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San Agustín

"Confesiones"

Libro 13

Capítulo 15

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Confesiones

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CAPÍTULO 15

Firmamento espiritual es la autoridad de la Escritura

 

16. ¿Y quién sino tú, Dios nuestro, hizo para nosotros y sobre nosotros ese firmamento de autoridad en tu divina Escritura? Porque el cielo se plegará como un libro, mas ahora se extiende como una piel sobre nosotros. Porque de más sublime autoridad está revestida tu divina Escritura después que rindieron tributo a esta vida mortal aquellos mortales [hagiógrafos] por cuyo medio nos comunicaste aquélla. Y tú sabes, Señor, tú sabes cómo vestiste de pieles a los hombres cuando se hicieron mortales por el pecado. Por eso extendiste como una piel el firmamento de tu libro, tus concordes palabras, las cuales por ministerio de mortales colocaste sobre nosotros. Porque con la muerte misma de éstos se extendió de modo sublime sobre todas las cosas que tiene debajo la solidez de la autoridad de tus palabras, dadas a luz por ellos la cual, viviendo ellos aquí, no se hallaba tan sublimemente extendida, pues todavía no habías extendido el cielo como una piel ni habías aún dilatado la fama de su muerte por todas partes.

17. Veamos, Señor, los cielos, obra de tus dedos; purifica nuestros ojos de la nube con que los tienes velados. Allí está tu testimonio, dando sabiduría a los pequeñuelos. Saca, Señor, tu alabanza de la boca de los niños, y que aún maman. Porque no conocemos otros libros que tanto destruyan la soberbia, que tanto desbaraten al enemigo y defensor que resiste a tu conciliación, defendiendo sus pecados. No conozco, Señor, no conozco otros oráculos tan puros que tanto me persuadan a la confesión, y sometan mi cerviz a tu yugo, y me inviten a servirte gratis. ¡Que yo los entienda, Padre bueno! Concédeme esto a mí, ya sometido, puesto que para los sometidos las has establecido.

18. Otras aguas hay sobre este firmamento, a lo que yo creo inmortales y al abrigo de toda corrupción terrena. Alaben tu nombre, alábente los pueblos supracelestes de tus ángeles, los cuales no tienen necesidad de mirar este firmamento y conocer tu palabra leyendo. Porque ven siempre tu faz y allí leen sin las sílabas de los tiempos lo que quiere tu voluntad eterna. Leen, eligen y aman; leen siempre y nunca pasa lo que leen; porque eligiendo y amando leen la misma inmutabilidad de tu consejo. No se cierra su códice ni se pliega su libro; porque tú mismo eres para ellos esto, y tú eres eternamente, porque tú los ordenaste sobre este firmamento, que afirmaste sobre la flaqueza de los pueblos inferiores, en donde viesen y conociesen tu misericordia, que te anuncia temporalmente a ti, que hiciste los tiempos. Porque en el cielo, Señor, está tu misericordia y tu verdad sobre las nubes. Pasan las nubes, mas el cielo permanece. Pasan los predicadores de tu palabra, de esta vida a otra vida; pero tu Escritura se extiende hasta el fin sobre los pueblos. Y pasarán el cielo y la tierra, pero tus palabras no pasarán; se plegará la piel, y el heno sobre el que se extendía pasará con su brillantez; mas tu palabra permanecerá eternamente. Lo cual se nos muestra ahora en el enigma de las nubes y en el espejo del cielo, no como realmente es; porque también nosotros, aunque seamos amados de tu Hijo, no se nos ha mostrado aún lo que seremos. Miró a través del velo de la carne y nos acarició y nos inflamó, y corrimos tras su aroma. Pero cuando apareciere, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es; tal cual es, Señor, nuestra capacidad de visión, que todavía no tenemos.


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