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San Agustín

"Confesiones"

Libro 12

Capítulo 22

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Confesiones

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CAPÍTULO 22

Respuestas a algunas objeciones

 

31. Pero, si alguno tentase oponerse a estas dos últimas interpretaciones, diciendo: «Si no queréis ver designada con el nombre de cielo tierra a esta materia informe, luego había ya algo que Dios no había creado, de donde había de hacer el cielo y la tierra; porque tampoco la Escritura deja narrado que Dios hiciese esta materia, a no ser que la entendamos significada con el nombre de cielo tierra o con el de tierra solamente al decir: En el principio creó Dios el cielo y la tierra, de modo que aquello que sigue: Pero la tierra era invisible y caótica, aunque así le pluguiese [a Moisés] llamar a la materia informe, no entendamos, sin embargo, sino a aquella que hizo Dios indicada en lo antes escrito: hizo el cielo y la tierra», responderán los asertores de estas dos interpretaciones que hemos puesto las últimas, ya los de la una, ya los de la otra, al oír tales cosas, diciendo: «No negamos ciertamente que esta materia informe ha sido hecha por Dios; por Dios, de quien proceden todas las cosas sobremanera buenas; porque así como decimos que es mayor bien lo que ha sido creado y formado, así también confesamos que es menor bien lo que ha sido hecho creable y formable, pero al fin bueno.

Cierto es que la Escritura no recuerda que Dios hiciese esta informidad, pero tampoco conmemora otras muchas cosas, v.gr., los querubines y serafines y las sedes, dominaciones, principados y potestades, de que habla distintamente el Apóstol, los cuales, sin embargo, fueron hechos por Dios. Porque si en aquello que se dijo: Hizo el cielo y la tierra, fueron comprendidas todas las cosas, ¿qué decimos de las aguas, sobre las que era llevado el Espíritu de Dios?

Porque si se entienden juntamente con la llamada tierra, ¿cómo se habrá de entender ya con el nombre de tierra la materia informe, cuando vemos las aguas tan hermosas? Y dado que lo entendemos así, ¿por qué se escribió que de tal informidad se hizo el firmamento, llamado cielo, y no se escribió que habían sido hechas las aguas? Porque no son informes e invisibles las que vemos fluir con tan bella apariencia. Y si esta apariencia la recibieron cuando dijo Dios: Sea congregada el agua que está bajo el firmamento, de modo que esta reunión sea su misma formación, ¿qué se responderá de las aguas que están sobre el firmamento, puesto que informes no hubieran merecido recibir asiento tan honroso, ni hay constancia escrita en virtud de qué palabra fueron formadas?

De aquí es que si el Génesis calla haber hecho Dios alguna cosa que, sin embargo, ni la fe sana ni la razón clara dudan haberla hecho Dios, ni, por lo mismo, ninguna prudente doctrina se puede atrever a decir que estas aguas son coeternas a Dios por el hecho de oírlas mencionar en el libro del Génesis, en el que, sin embargo, no hallamos cuándo fueron hechas, ¿por qué no hemos de entender, cuando lo enseña la Verdad, que también la materia informe que la Escritura llama tierra invisible y caótica y abismo tenebroso ha sido hecha por Dios de la nada y, por lo tanto, que no le es coeterna, aunque dicho relato no diga cuándo fue hecha?».


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