Capítulo 17
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Confesiones |
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CAPÍTULO 17 |
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Diversas significaciones genesíacas de «el cielo y la tierra» |
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24. Porque dicen: —Aunque sean verdaderas estas cosas, no fijaba, sin embargo, Moisés la mirada en estas dos cosas, cuando por revelación del Espíritu decía: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra. Ni con el nombre de cielo significó aquella espiritual o intelectual criatura que contempla sin cesar la faz de Dios, ni con el nombre de tierra la materia informe. ¿Qué significó, pues? Lo que nosotros decimos —responden—, eso es lo que aquel varón sintió y lo que en aquellas palabras expresó. ¿Y qué es ello? Con el nombre de cielo y tierra —dicen— quiso primero significar todo este mundo visible universal compendiosamente, para ir después exponiendo por el orden de los días, como articuladamente, todas y cada una de las cosas que plugo al Espíritu Santo enunciar de este modo. Porque tales hombres eran los que constituían aquel pueblo rudo y carnal a quien hablaba, que no juzgó oportuno encomendarles otras obras de Dios que las solas visibles. Convienen, pues, en que no es incongruente afirmar que por tierra invisible e incompuesta y abismo tenebroso se ha de entender la materia informe, de donde a continuación se dice haber sido hechas en aquellos días y dispuestas todas estas cosas visibles, conocidas de todos. 25. ¿Y qué si otro dijere que esta misma informidad y confusión de la materia es insinuada primeramente con el nombre de cielo y tierra por haber sido formado y perfeccionado de ella este mundo visible con todas las naturalezas que en él aparecen clarísimamente, y que frecuentemente suele ser denominado cielo y tierra? ¿Y qué si otro dijere que la naturaleza invisible y visible es llamada no impropiamente cielo y tierra, y, por tanto, que toda la creación que Dios hizo en la sabiduría, esto es, en el principio, está de este modo comprendida en estas dos palabras; pero que por no ser de la misma sustancia de Dios, sino hechas, todas de la nada, porque no son lo que Dios, les es propia a todas ellas cierta mutabilidad, ya sean permanentes, como la casa eterna de Dios; ya mudables, como el alma y el cuerpo del hombre; y que esta materia común a todas las cosas visibles e invisibles (materia todavía informe, más ciertamente susceptible de forma, de donde había de salir el cielo y la tierra, es decir, la creación visible e invisible, una y otra ya formadas), designada con estos nombres, es llamada tierra invisible y caótica y tinieblas sobre el abismo con esta distinción: que por tierra invisible y caótica se entienda la materia corporal antes de toda cualidad de forma, y por tinieblas sobre el abismo, la materia espiritual antes de la cohibición de su, digamos, inmoderada fluidez y de la iluminación de la Sabiduría? 26. Todavía cabe una nueva interpretación, si a algún otro le place, y es que cuando leemos en el principio hizo Dios el cielo y la tierra, no quiso significar por los nombres de cielo y tierra aquellas naturalezas ya perfectas y formadas, visibles e invisibles, sino la todavía informe incoación de las cosas, la materia formable y creable, llamada con tales nombres por estar ya en ella confusas, aunque no diferenciadas por cualidades y formas, estas cosas que ahora, distribuidas por sus órdenes, se llaman cielo y tierra: aquélla, criatura espiritual; ésta, corporal.
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