Oye este caso, señor:
En una casa en que habia
conversación cierto día
salieron al corredor
dos solos, que una cuestión
tenían que averiguar,
y en ella le vino a dar
uno a otro un bofetón.
Pues el que le recibió,
a grandes voces y apriesa
dijo al otro : —Tomaos ésa.
La gente, que dentro oyó
el golpe, y no vio la mano,
atribuyó la victoria
al que cantaba la gloria
tan orgulloso y ufano.
Y así, con esta invención,
vino a quedar agraviado
aquel mismo que había dado
al contrario el bofetón.
(La prueba de las promesas, acto 3. )
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