Tras siempre arder, nunca consumirme;
y tras siempre llorar, nunca acabarme,
tras tanto caminar, nunca cansarme;
y tras siempre vivir, jamás morirme;
Después de tanto mal, no arrepentirme;
tras tanto engaño, no desengañarme;
después de tantas penas, no alegrarme;
y tras tanto dolor, nunca reírme;
En tantos laberintos, no perderme,
ni haber, tras tanto olvido, recordado.
¿Qué fin alegre puede prometerme?
Antes muerto estaré que escarmentado:
Ya no pienso tratar de defenderme,
sino de ser de veras desdichado. |