Negros o azules, bellos y queridos,
¡cuántos ojos brillar vieron la aurora!
En el negro sepulcro están dormidos,
y aún el naciente sol los cielos dora.
Amorosas las noches, más que el día,
¡a cuántos ojos han embelesado!
Las estrellas fulguran todavía,
y los ojos de sombra se han llenado.
Su vivido mirar ¿está ya muerto?
¿apagada su luz? ¡No, no es posible!
A otra parte los ojos se han abierto;
a lo eterno, a lo ignoto, a lo invisible.
Las estrellas se ocultan; mas el paso
siguen por otro cielo, y no se trunca.
Las pupilas también tienen su ocaso;
pero no mueren ni se apangan nunca.
Negros o azules, bellos y queridos,
los ojos a otro sol se abren también;
parece que en la tumba están dormidos,
pero al cerrar los párpados, aún ven
Traducción T.LLorente
Publicado en: Gente vieja. 15-10-1904, no. 119 |