Edgar Allan Poe

EDGAR ALLAN POE

"El entierro prepaturo - The premature burial"

Biografía de Edgar Allan Poe en Wikipedia

EL ENTIERRO PREMATURO ESPAÑOLaudiolibro 
THE PREMATURE BURIAL English text 
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EL ENTIERRO PREMATURO
THE PREMATURE BURIAL
Hay ciertos temas de interés absorbente, pero demasiado horribles para ser objeto de una obra de ficción. El mero escritor romántico debe evitarlos si no desea ofender o desagradar. Sólo se los usa con propiedad cuando lo severo y lo majestuoso de la verdad los santifican y los sostienen. Nos estremecemos con el más intenso de los «dolores agradables» ante los relatos del paso del Beresina, del terremoto de Lisboa, de la peste de Londres y de la matanza de San Bartolomé, o la asfixia de los ciento veintitrés prisioneros en el Pozo Negro de Calcuta. Pero en estos relatos lo excitante es el hecho, la realidad, la historia. Como invenciones nos inspirarían simple aversión. THERE are certain themes of which the interest is all-absorbing, but which are too entirely horrible for the purposes of legitimate fiction. These the mere romanticist must eschew, if he do not wish to offend or to disgust. They are with propriety handled only when the severity and majesty of Truth sanctify and sustain them. We thrill, for example, with the most intense of "pleasurable pain" over the accounts of the Passage of the Beresina, of the Earthquake at Lisbon, of the Plague at London, of the Massacre of St. Bartholomew, or of the stifling of the hundred and twenty-three prisoners in the Black Hole at Calcutta. But in these accounts it is the fact- it is the reality- it is the history which excites. As inventions, we should regard them with simple abhorrence.
He mencionado algunas de las más destacadas y augustas calamidades que registra la historia; pero en ellas el alcance, no menos que el carácter de la calamidad, es lo que con tanta vivacidad impresiona la imaginación. No necesito recordar al lector que, del largo y horripilante catálogo de miserias humanas, podría haber elegido muchos ejemplos individuales más llenos de sufrimiento esencial que cualquiera de estos vastos desastres generales. La verdadera desgracia, el infortunio por esencia, es particular, no difuso. ¡Agradezcamos a Dios misericordioso que los horribles extremos de agonía sean soportados por el hombre solo y nunca por el hombre en masa!     I have mentioned some few of the more prominent and august calamities on record; but in these it is the extent, not less than the character of the calamity, which so vividly impresses the fancy. I need not remind the reader that, from the long and weird catalogue of human miseries, I might have selected many individual instances more replete with essential suffering than any of these vast generalities of disaster. The true wretchedness, indeed- the ultimate woe- is particular, not diffuse. That the ghastly extremes of agony are endured by man the unit, and never by man the mass- for this let us thank a merciful God!  
Ser enterrado vivo es, fuera de toda discusión, el más terrible de los extremos que jamás haya caído en suerte al simple mortal. Que ha caído con frecuencia, con mucha frecuencia, nadie capaz de pensar lo negará. Los límites que separan la Vida de la Muerte son, en el mejor de los casos, vagos e indefinidos. ¿Quién puede decir dónde termina una y dónde empieza la otra? Sabemos que hay enfermedades en las cuales se produce una cesación total de las funciones aparentes de la vida, y, sin embargo, esa cesación es una simple suspensión para darle su justo nombre. Hay tan sólo pausas temporarias en el incomprensible mecanismo. Transcurrido cierto período, algún misterioso principio oculto pone de nuevo en movimiento los mágicos piñones y las ruedas de hechicería. La cuerda de plata no estaba suelta para siempre, ni irreparablemente roto el vaso de oro. Pero, entretanto, ¿dónde se hallaba el alma?     To be buried while alive is, beyond question, the most terrific of these extremes which has ever fallen to the lot of mere mortality. That it has frequently, very frequently, so fallen will scarcely be denied by those who think. The boundaries which divide Life from Death are at best shadowy and vague. Who shall say where the one ends, and where the other begins? We know that there are diseases in which occur total cessations of all the apparent functions of vitality, and yet in which these cessations are merely suspensions, properly so called. They are only temporary pauses in the incomprehensible mechanism. A certain period elapses, and some unseen mysterious principle again sets in motion the magic pinions and the wizard wheels. The silver cord was not for ever loosed, nor the golden bowl irreparably broken. But where, meantime, was the soul?  
Sin embargo, fuera de la inevitable conclusión a priori de que tales causas deben producir tales efectos, de que los bien conocidos casos de vida en suspenso deben provocar naturalmente, una y otra vez, prematuros entierros, fuera de esta consideración tenemos el testimonio directo de la experiencia médica y vulgar para probar que realmente un gran número de estas inhumaciones se lleva a cabo. Yo podría referir de inmediato, si fuera necesario, cien ejemplos bien probados. Uno de características muy notables, y cuyas circunstancias quizá se conserven frescas todavía en la memoria de algunos de mis lectores, aconteció no hace mucho en la vecina ciudad de Baltimore, donde provocó una penosa, intensa y dilatada conmoción. La mujer de uno de los más respetables ciudadanos —abogado eminente y miembro del Consejo— fue atacada por una súbita e inexplicable enfermedad que burló el ingenio de sus médicos. Después de mucho padecer murió, o se supone que murió. Nadie sospechó, a decir verdad, ni había razón para sospechar, que no estaba realmente muerta. Presentaba todas las apariencias comunes de la muerte. El rostro tenía el habitual contorno contraído, sumido. Los labios mostraban la habitual palidez marmórea. Los ojos carecían de brillo. Faltaba el calor. Las pulsaciones habían cesado. Durante tres días el cuerpo estuvo sin enterrar, y en ese tiempo adquirió una rigidez pétrea. El funeral, en suma, fue apresurado a causa del rápido avance de lo que se supuso era descomposición.   Apart, however, from the inevitable conclusion, a priori that such causes must produce such effects- that the well-known occurrence of such cases of suspended animation must naturally give rise, now and then, to premature interments- apart from this consideration, we have the direct testimony of medical and ordinary experience to prove that a vast number of such interments have actually taken place. I might refer at once, if necessary to a hundred well authenticated instances. One of very remarkable character, and of which the circumstances may be fresh in the memory of some of my readers, occurred, not very long ago, in the neighboring city of Baltimore, where it occasioned a painful, intense, and widely-extended excitement. The wife of one of the most respectable citizens-a lawyer of eminence and a member of Congress- was seized with a sudden and unaccountable illness, which completely baffled the skill of her physicians. After much suffering she died, or was supposed to die. No one suspected, indeed, or had reason to suspect, that she was not actually dead. She presented all the ordinary appearances of death. The face assumed the usual pinched and sunken outline. The lips were of the usual marble pallor. The eyes were lustreless. There was no warmth. Pulsation had ceased. For three days the body was preserved unburied, during which it had acquired a stony rigidity. The funeral, in short, was hastened, on account of the rapid advance of what was supposed to be decomposition.  
La señora fue depositada en la bóveda familiar, que permaneció cerrada durante los tres años siguientes. Al expirar este plazo fue abierta para la recepción de un sarcófago; mas, ¡ah!, ¡qué espantoso choque aguardaba al marido cuando abrió en persona la puerta! Al empujar los batientes, un objeto vestido de blanco cayó rechinando en sus brazos. Era el esqueleto de su mujer con la mortaja todavía puesta.     The lady was deposited in her family vault, which, for three subsequent years, was undisturbed. At the expiration of this term it was opened for the reception of a sarcophagus;- but, alas! how fearful a shock awaited the husband, who, personally, threw open the door! As its portals swung outwardly back, some white-apparelled object fell rattling within his arms. It was the skeleton of his wife in her yet unmoulded shroud.  
Una cuidadosa investigación brindó la evidencia de que había revivido dos días después de su sepultura; que su lucha dentro del ataúd había provocado la caída de éste desde un nicho o estante al suelo, y que al romperse el féretro pudo salir de él. Apareció vacía una lámpara que había quedado accidentalmente llena de aceite dentro de la tumba; quizá se hubiera agotado, sin embargo, por evaporación. En el peldaño superior de la escalera que descendía a la espantosa cámara había un gran fragmento del ataúd, con el cual, según las apariencias, la mujer había intentado llamar la atención golpeando la puerta de hierro. Mientras lo hacía, probablemente, se desmayó o quizá murió de puro terror, y al caer, la mortaja se enredó en alguna pieza de hierro que se proyectaba hacia adentro. Allí quedó y así se pudrió, erecta.     A careful investigation rendered it evident that she had revived within two days after her entombment; that her struggles within the coffin had caused it to fall from a ledge, or shelf to the floor, where it was so broken as to permit her escape. A lamp which had been accidentally left, full of oil, within the tomb, was found empty; it might have been exhausted, however, by evaporation. On the uttermost of the steps which led down into the dread chamber was a large fragment of the coffin, with which, it seemed, that she had endeavored to arrest attention by striking the iron door. While thus occupied, she probably swooned, or possibly died, through sheer terror; and, in failing, her shroud became entangled in some iron-work which projected interiorly. Thus she remained, and thus she rotted, erect.  
En el año 1810 hubo en Francia un caso de inhumación prematura, rodeado de circunstancias que justifican ampliamente el aserto de que la verdad es más extraña que la ficción. La heroína de la historia era mademoiselle Victorine Lafourcade, una joven de ilustre familia, rica y de gran belleza. Entre sus numerosos cortejantes se contaba Julien Bossuet, un pobre littérateur o periodista de París. Su talento y su afabilidad general lo habían señalado a la atención de la heredera, quien parecía haberse enamorado realmente de él, pero su orgullo de casta la decidió, por último, a rechazarlo y a casarse con un tal monsieur Renelle, banquero y diplomático de cierta distinción. Después del matrimonio, este caballero descuidó a su mujer y quizá llegó a maltratarla de hecho. Después de pasar juntos algunos años desdichados, ella murió; por lo menos, su estado semejaba tanto la muerte que engañó a todos quienes la vieron. Fue inhumada no en una bóveda, sino en una tumba común, en su aldea natal. Lleno de desesperación, y todavía inflamado por el recuerdo de su profundo cariño, el enamorado viaja de la capital a la remota provincia donde se encuentra la aldea, con el propósito romántico de desenterrar el cuerpo y apoderarse de sus exuberantes trenzas. Llega a la tumba. A medianoche desentierra el ataúd, lo destapa y, en el momento de desprender el cabello, lo detienen los ojos de la amada, que se abren. La mujer había sido enterrada viva. La vitalidad no había desaparecido del todo, y las caricias del enamorado la despertaron del letargo que fuera equivocadamente tomado por la muerte. El joven la llevó frenético a su alojamiento en la aldea. Empleó ciertos poderosos reconstituyentes aconsejados por no pocos conocimientos médicos. Al fin, ella revivió. Reconoció a su salvador. Permaneció con él hasta que, lenta y gradualmente, recobró toda su salud. Su corazón no era empedernido, y esta última lección de amor bastó para ablandarlo. Lo entregó a Bossuet. No volvió más junto a su marido; ocultando su resurrección, huyó con su amante a América. Veinte años después, los dos regresaron a Francia, persuadidos de que el tiempo había cambiado tanto la apariencia de la señora que sus amigos no podrían reconocerla. Pero se equivocaron, pues al primer encuentro monsieur Renelle reconoció, efectivamente, a su mujer y la reclamó. Ella rechazó el reclamo y el tribunal la apoyó, resolviendo que las peculiares circunstancias, junto con el largo lapso transcurrido, habían abolido, no sólo desde el punto de vista de la equidad, sino legalmente la autoridad del marido.    In the year 1810, a case of living inhumation happened in France, attended with circumstances which go far to warrant the assertion that truth is, indeed, stranger than fiction. The heroine of the storywas a Mademoiselle Victorine Lafourcade, a young girl of illustrious family, of wealth, and of great personal beauty. Among her numerous suitors was Julien Bossuet, a poor litterateur, or journalist of Paris. His talents and general amiability had recommended him to the notice of the heiress, by whom he seems to have been truly beloved; but her pride of birth decided her, finally, to reject him, and to wed a Monsieur Renelle, a banker and a diplomatist of some eminence. After marriage, however, this gentleman neglected, and, perhaps, even more positively ill-treated her. Having passed with him some wretched years, she died,- at least her condition so closely resembled death as to deceive every one who saw her. She was buried- not in a vault, but in an ordinary grave in the village of her nativity. Filled with despair, and still inflamed by the memory of a profound attachment, the lover journeys from the capital to the remote province in which the village lies, with the romantic purpose of disinterring the corpse, and possessing himself of its luxuriant tresses. He reaches the grave. At midnight he unearths the coffin, opens it, and is in the act of detaching the hair, when he is arrested by the unclosing of the beloved eyes. In fact, the lady had been buried alive. Vitality had not altogether departed, and she was aroused by the caresses of her lover from the lethargy which had been mistaken for death. He bore her frantically to his lodgings in the village. He employed certain powerful restoratives suggested by no little medical learning. Infine, she revived. She recognized her preserver. She remained with him until, by slow degrees, she fully recovered her original health. Her woman's heart was not adamant, and this last lesson of love sufficed to soften it. She bestowed it upon Bossuet. She returned no more to her husband, but, concealing from him her resurrection, fled with her lover to America. Twenty years afterward, the two returned to France, in the persuasion that time had so greatly altered the lady's appearance that her friends would be unable to recognize her. They were mistaken, however, for, at the first meeting, Monsieur Renelle did actually recognize and make claim to his wife. This claim she resisted, and a judicial tribunal sustained her in her resistance, deciding that the peculiar circumstances, with the long lapse of years, had extinguished, not only equitably, but legally, the authority of the husband. 
La Revista de Cirugía de Leipzig, publicación de gran autoridad y mérito, que algunos libreros americanos harían bien en traducir y editar, relata en uno de los últimos números un suceso muy penoso que presenta las características en cuestión.   The "Chirurgical Journal" of Leipsic- a periodical of high authority and merit, which some American bookseller would do well to translate and republish, records in a late number a very distressing event of the character in question.  
Un oficial de artillería, hombre de gigantesca estatura y robusta salud, fue derribado por un caballo indomable, recibiendo una contusión muy fuerte en la cabeza que en seguida le hizo perder el sentido. Tenía una ligera fractura de cráneo, pero sin peligro inmediato. La trepanación se realizó con éxito. Se le practicó una sangría y se adoptaron otros muchos métodos comunes de alivio. Pero cayó gradualmente en un sopor cada vez más grave y, por último, se le dio por muerto.    An officer of artillery, a man of gigantic stature and of robust health, being thrown from an unmanageable horse, received a very severe contusion upon the head, which rendered him insensible at once; the skull was slightly fractured, but no immediate danger was apprehended. Trepanning was accomplished successfully. He was bled, and many other of the ordinary means of relief were adopted. Gradually, however, he fell into a more and more hopeless state of stupor, and, finally, it was thought that he died.  
Hacía calor y lo enterraron con prisa indecorosa en uno de los cementerios públicos. Sus funerales se realizaron un día jueves. El domingo siguiente frecuentaban el cementerio, como de costumbre, numerosos visitantes cuando, alrededor de mediodía, se produjo un gran revuelo provocado por las palabras de un campesino que, habiéndose sentado en la tumba del oficial, sintió claramente una conmoción en la tierra, como si alguien estuviera luchando debajo. Al principio nadie prestó atención a las palabras del hombre, pero su evidente terror y la terca insistencia con que repetía su historia tuvieron, al fin, naturales efectos sobre la multitud. Algunos consiguieron de inmediato unas palas, y la tumba, vergonzosamente superficial, estuvo en pocos minutos tan abierta que dejó ver la cabeza de su ocupante. Daba la impresión de estar muerto, pero aparecía casi sentado dentro del ataúd, cuya tapa, en una furiosa lucha, había levantado parcialmente.     The weather was warm, and he was buried with indecent haste in one of the public cemeteries. His funeral took place on Thursday. On the Sunday following, the grounds of the cemetery were, as usual, much thronged with visiters, and about noon an intense excitement was created by the declaration of a peasant that, while sitting upon the grave of the officer, he had distinctly felt a commotion of the earth, as if occasioned by some one struggling beneath. At first little attention was paid to the man's asseveration; but his evident terror, and the dogged obstinacy with which he persisted in his story, had at length their natural effect upon the crowd. Spades were hurriedly procured, and the grave, which was shamefully shallow, was in a few minutes so far thrown open that the head of its occupant appeared. He was then seemingly dead; but he sat nearly erect within his coffin, the lid of which, in his furious struggles, he had partially uplifted.  
Fue llevado en seguida al hospital más cercano, donde se le declaró vivo, aunque en estado de asfixia. Después de algunas horas reaccionó, reconoció a sus amigos y, con frases entrecortadas, habló de sus angustias en el sepulcro.    He was forthwith conveyed to the nearest hospital, and there pronounced to be still living, although in an asphytic condition. After some hours he revived, recognized individuals of his acquaintance, and, in broken sentences spoke of his agonies in the grave.  
A través de su relato resultó claro que la víctima debía haber conservado conciencia de la vida durante más de una hora después de la inhumación, hasta perder el sentido. La fosa había sido llenada descuidadamente con una tierra muy porosa, sin apisonarla, y así le llegó algo de aire. Oyó los pasos de la multitud sobre su cabeza y trató a su vez de hacerse oír. El tumulto en el interior de la tierra, dijo, fue lo que pareció despertarlo de un profundo sueño, pero apenas despierto comprendió el espantoso horror de su estado.    From what he related, it was clear that he must have been conscious of life for more than an hour, while inhumed, before lapsing into insensibility. The grave was carelessly and loosely filled with an exceedingly porous soil; and thus some air was necessarily admitted. He heard the footsteps of the crowd overhead, and endeavored to make himself heard in turn. It was the tumult within the grounds of the cemetery, he said, which appeared to awaken him from a deep sleep, but no sooner was he awake than he became fully aware of the awful horrors of his position.  
Este paciente, según se dice, iba mejorando y parecía encaminado hacia un restablecimiento definitivo, cuando sucumbió víctima del charlatanismo de la experimentación médica. Se le aplicó la batería galvánica y expiró de pronto en uno de esos paroxismos estáticos que en ocasiones produce.   This patient, it is recorded, was doing well and seemed to be in a fair way of ultimate recovery, but fell a victim to the quackeries of medical experiment. The galvanic battery was applied, and he suddenly expired in one of those ecstatic paroxysms which, occasionally, it superinduces.  
La mención de la batería galvánica, sin embargo, me trae a la memoria un caso bien conocido y muy extraordinario, donde su acción brindó la manera de volver a la vida a un joven abogado de Londres que estuviera enterrado durante dos días. Esto ocurrió en 1831, y en el momento causó profunda sensación en todas partes donde fue tema de conversación.   The mention of the galvanic battery, nevertheless, recalls to my memory a well known and very extraordinary case in point, where its action proved the means of restoring to animation a young attorney of London, who had been interred for two days. This occurred in 1831, and created, at the time, a very profound sensation wherever it was made the subject of converse.  
El paciente, Mr. Edward Stapleton, había muerto aparentemente de fiebre tifus, acompañada de algunos síntomas anómalos que excitaron la curiosidad de sus médicos. Después de su aparente deceso, se solicitó a los amigos una autorización para un examen post mortem, pero éstos se negaron a permitirlo. Como sucede con frecuencia ante tales negativas, los médicos resolvieron desenterrar el cuerpo y disecarlo a gusto, en privado. Se hicieron fáciles arreglos con algunos de los numerosos ladrones de cadáveres que abundan en Londres, y la tercera noche después de la inhumación el supuesto cadáver fue desenterrado de una tumba de ocho pies de profundidad y depositado en la sala operatoria de un hospital privado.     The patient, Mr. Edward Stapleton, had died, apparently of typhus fever, accompanied with some anomalous symptoms which had excited the curiosity of his medical attendants. Upon his seeming decease, his friends were requested to sanction a post-mortem examination, but declined to permit it. As often happens, when such refusals are made, the practitioners resolved to disinter the body and dissect it at leisure, in private. Arrangements were easily effected with some of the numerous corps of body-snatchers, with which London abounds; and, upon the third night after the funeral, the supposed corpse was unearthed from a grave eight feet deep, and deposited in the opening chamber of one of the private hospitals. 
Al practicarse una incisión de cierta longitud en el abdomen, el aspecto fresco e incorrupto del sujeto sugirió la conveniencia de aplicar la batería. Se hicieron sucesivos experimentos con los efectos acostumbrados, sin nada peculiar en ningún sentido, salvo, en una o dos ocasiones, una apariencia de vida mayor que la ordinaria en la acción convulsiva.   An incision of some extent had been actually made in the abdomen, when the fresh and undecayed appearance of the subject suggested an application of the battery. One experiment succeeded another, and the customary effects supervened, with nothing to characterize them in any respect, except, upon one or two occasions, a more than ordinary degree of life-likeness in the convulsive action. 
Era tarde. Estaba por amanecer y se juzgó oportuno, al fin, proceder de inmediato a la disección. Pero uno de los estudiantes tenía especiales deseos de probar una teoría propia e insistió en la aplicación de la batería a uno de los músculos pectorales. Después de practicar una tosca incisión, se estableció apresuradamente un contacto; entonces el paciente, con un movimiento rápido pero nada convulsivo, se levantó de la mesa, caminó hasta el centro del recinto, miró extrañado a su alrededor unos instantes y entonces... habló. Lo que dijo fue ininteligible, pero pronunció unas palabras; el silabeo era claro. Después de hablar, cayó pesadamente al suelo.     It grew late. The day was about to dawn; and it was thought expedient, at length, to proceed at once to the dissection. A student, however, was especially desirous of testing a theory of his own, and insisted upon applying the battery to one of the pectoral muscles. A rough gash was made, and a wire hastily brought in contact, when the patient, with a hurried but quite unconvulsive movement, arose from the table, stepped into the middle of the floor, gazed about him uneasily for a few seconds, and then- spoke. What he said was unintelligible, but words were uttered; the syllabification was distinct. Having spoken, he fell heavily to the floor.  
Por un momento todos quedaron paralizados de espanto, pero la urgencia del caso pronto les devolvió la presencia de ánimo. Se vio que Mr. Stapleton estaba vivo, aunque en síncope. Después de administrársele éter revivió y recobró rápidamente la salud, retornando a la sociedad de sus amigos, a quienes se ocultó, sin embargo, toda noticia de su resurrección hasta que ya no hubo peligro de una recaída. Es de imaginar la maravilla de aquéllos y su arrobado asombro.     For some moments all were paralyzed with awe- but the urgency of the case soon restored them their presence of mind. It was seen that Mr. Stapleton was alive, although in a swoon. Upon exhibition of ether he revived and was rapidly restored to health, and to the society of his friends- from whom, however, all knowledge of his resuscitation was withheld, until a relapse was no longer to be apprehended. Their wonder- their rapturous astonishment- may be conceived.  
La nota más espeluznante de este incidente se encuentra, sin embargo, en lo que afirma el mismo Mr. Stapleton. Declara que en ningún momento perdió todo el sentido, que de un modo oscuro y confuso percibía lo que le estaba ocurriendo desde el momento en que fuera declarado muerto por los médicos hasta aquel en que cayó desmayado sobre el piso del hospital. «Estoy vivo», fueron las palabras incomprensibles que, después de reconocer la sala de disección, había intentado en su apuro proferir.     The most thrilling peculiarity of this incident, nevertheless, is involved in what Mr. S. himself asserts. He declares that at no period was he altogether insensible- that, dully and confusedly, he was aware of everything which happened to him, from the moment in which he was pronounced dead by his physicians, to that in which he fell swooning to the floor of the hospital. "I am alive," were the uncomprehended words which, upon recognizing the locality of the dissecting-room, he had endeavored, in his extremity, to utter. 
Sería cosa fácil multiplicar historias como éstas, pero me abstengo porque, en realidad, no nos hacen falta para sentar el hecho de que se producen entierros prematuros. Al reflexionar en las muy raras veces en que, por la naturaleza del caso, tenemos la posibilidad de conocerlos, debemos de admitir que han de ocurrir frecuentemente sin que lo sepamos. En realidad, rara vez se ha removido con cierta extensión un cementerio, por cualquier motivo, sin que aparecieran esqueletos en posturas que insinúan la más horrible de las sospechas.     It were an easy matter to multiply such histories as these- but I forbear- for, indeed, we have no need of such to establish the fact that premature interments occur. When we reflect how very rarely, from the nature of the case, we have it in our power to detect them, we must admit that they may frequently occur without our cognizance. Scarcely, in truth, is a graveyard ever encroached upon, for any purpose, to any great extent, that skeletons are not found in postures which suggest the most fearful of suspicions.  
¡Horrible, sí, la sospecha, pero más horrible el destino! Puede asegurarse sin vacilación que ningún suceso se presta tan terriblemente como la inhumación antes de la muerte para llevar al colmo de la angustia física y mental. La intolerable opresión de los pulmones, las sofocantes emanaciones de la tierra húmeda, las vestiduras fúnebres que se adhieren, el rígido abrazo de la morada estrecha, la negrura de la noche absoluta, el silencio como un mar abrumador, la invisible pero palpable presencia del vencedor gusano, estas cosas, junto con los recuerdos del aire y la hierba que crecen arriba, la memoria de los amigos queridos que volarían a salvarnos si se enteraran de nuestro destino, y la conciencia de que nunca podrán enterarse de él, de que nuestra suerte desesperanzada es la de los muertos de verdad, estas consideraciones, digo, llevan al corazón aún palpitante a un grado de espantoso e intolerable horror, ante el cual la imaginación más audaz retrocede. No conocemos nada tan angustioso en la Tierra, no podemos pensar en nada tan horrible en los dominios del más profundo Infierno. Y por eso todos los relatos sobre este tópico tienen un interés profundo; interés que, sin embargo, en el sagrado espanto del tópico mismo, depende justa y específicamente de nuestra creencia en la verdad del asunto narrado. Lo que voy a contar ahora es mi propio conocimiento real, mí experiencia efectiva y personal.     Fearful indeed the suspicion- but more fearful the doom! It may beasserted, without hesitation, that no event is so terribly well adapted to inspire the supremeness of bodily and of mental distress, as is burial before death. The unendurable oppression of the lungs- the stifling fumes from the damp earth- the clinging to the death garments- the rigid embrace of the narrow house- the blackness of the absolute Night- the silence like a sea that overwhelms- the unseen but palpable presence of the Conqueror Worm- these things, with the thoughts of the air and grass above, with memory of dear friends who would fly to save us if but informed of our fate, and with consciousness that of this fate they can never be informed- that our hopeless portion is that of the really dead- these considerations, I say, carry into the heart, which still palpitates, a degree of appalling and intolerable horror from which the most daring imagination must recoil. We know of nothing so agonizing upon Earth- we can dream of nothing half so hideous in the realms of the nethermost Hell. And thus all narratives upon this topic have an interest profound; an interest, nevertheless, which, through the sacred awe of the topic itself, very properly and very peculiarly depends upon our conviction of the truth of the matter narrated. What I have now to tell is of my own actual knowledge- of my own positive and personal experience.  
     
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Durante varios años sufrí accesos de ese singular trastorno que los médicos se han puesto de acuerdo en llamar catalepsia, a falta de un nombre más definitivo. Aunque tanto las causas inmediatas como las predisposiciones y aun el diagnóstico real de esta enfermedad siguen siendo misteriosos, su carácter evidente y manifiesto es de sobra conocido. Las variaciones parecen serlo especialmente de grado. A veces el paciente yace sólo un día, o un período aún más breve, en una especie de exagerado letargo. Está privado de conocimiento y aparentemente inmóvil, pero las pulsaciones del corazón aún se perciben débilmente, quedan algunas huellas de calor, una ligera coloración se demora en el centro de las mejillas y, aplicando un espejo a los labios, podemos descubrir una torpe, desigual y vacilante actividad de los pulmones. Otras veces el trance dura semanas y aun meses, mientras el examen más minucioso y las más rigurosas pruebas médicas no logran establecer ninguna distinción material entre el estado del paciente y lo que concebimos como muerte absoluta. Muy a menudo lo salvan del entierro prematuro sus amigos, que lo sabían ya atacado de catalepsia, y la consiguiente sospecha, pero sobre todo lo salva su apariencia incorrupta. La enfermedad avanza, por fortuna, gradualmente. Las primeras manifestaciones, aunque marcadas, son inequívocas. Los ataques son cada vez más característicos y cada uno dura más que el anterior. En esto reside la seguridad principal en cuanto a la inhumación. El desdichado cuyo primer ataque tuviera el carácter grave que en ocasiones se presenta, sería casi inevitablemente depositado vivo en la tumba.   For several years I had been subject to attacks of the singular disorder which physicians have agreed to term catalepsy, in default of a more definitive title. Although both the immediate and the predisposing causes, and even the actual diagnosis, of this disease are still mysterious, its obvious and apparent character issufficiently well understood. Its variations seem to be chiefly of degree. Sometimes the patient lies, for a day only, or even for a shorter period, in a species of exaggerated lethargy. He is senseless and externally motionless; but the pulsation of the heart is still faintly perceptible; some traces of warmth remain; a slight color lingers within the centre of the cheek; and, upon application of a mirror to the lips, we can detect a torpid, unequal, and vacillating action of the lungs. Then again the duration of the trance is for weeks- even for months; while the closest scrutiny, and the most rigorous medical tests, fail to establish any material distinction between the state of the sufferer and what we conceive of absolute death. Very usually he is saved from premature interment solely by the knowledge of his friends that he has been previously subject to catalepsy, by the consequent suspicion excited, and, above all, by the non-appearance of decay. The advances of the malady are, luckily, gradual. The first manifestations, although marked, are unequivocal. The fits grow successively more and more distinctive, and endure each for a longer term than the preceding. In this lies the principal security from inhumation. The unfortunate whose first attack should be of the extreme character which is occasionally seen, would almost inevitably be consigned alive to the tomb.  
Mi caso difería en características sin importancia de los mencionados en los libros de medicina. A veces, sin ninguna causa aparente, me sumía poco a poco en un estado de semisíncope, o casi desmayo, y ese estado, sin dolor, sin capacidad para moverme o para hablar o pensar, pero con una confusa conciencia letárgica de vida y de la presencia de aquellos que rodeaban mi lecho, duraba hasta que la crisis de la enfermedad me devolvía, de improviso, el perfecto conocimiento. Otras veces el acceso era rápido, fulminante. Me sentía enfermo, aterido, helado, con vértigo y, de pronto, caía postrado. Entonces todo estaba vacío semanas enteras, y negro, silencioso, y la nada se convertía en el universo. La total aniquilación no podía ser mayor. De estos últimos ataques despertaba, sin embargo, en una lenta gradación comparada con la instantaneidad del acceso. Así como amanece el día para el mendigo sin casa y sin amigos, para el que rueda por las calles en la larga y desolada noche de invierno, así, tan tardía, tan cansada, tan alegre volvía a mí la luz del Alma.   My own case differed in no important particular from those mentioned in medical books. Sometimes, without any apparent cause, I sank, little by little, into a condition of hemi-syncope, or half swoon; and, in this condition, without pain, without ability to stir, or, strictly speaking, to think, but with a dull lethargic consciousness of life and of the presence of those who surrounded my bed, I remained, until the crisis of the disease restored me, suddenly, to perfect sensation. At other times I was quickly and impetuously smitten. I grew sick, and numb, and chilly, and dizzy, and so fell prostrate at once. Then, for weeks, all was void, and black, and silent, and Nothing became the universe. Total annihilation could be no more. From these latter attacks I awoke, however, with a gradation slow in proportion to the suddenness of the seizure. Just as the day dawns to the friendless and houseless beggar who roams the streets throughout the long desolate winter night- just so tardily- just so wearily- just so cheerily came back the light of the Soul to me.  
Pero, fuera de la tendencia al síncope, mi salud general parecía buena, y no hubiera advertido que sufría tal enfermedad a menos que una peculiaridad de mi sueño pudiera considerarse como provocada por ella. Al despertarme, nunca podía recobrar de inmediato la posesión de mis sentidos y permanecía siempre durante algunos minutos en un estado de extravío y perplejidad, pues las facultades mentales en general y la memoria en especial se hallaban en absoluta suspensión.   Apart from the tendency to trance, however, my general health appeared to be good; nor could I perceive that it was at all affected by the one prevalent malady- unless, indeed, anidiosyncrasy in my ordinary sleep may be looked upon as superinduced. Upon awaking from slumber, I could never gain, at once, thorough possession of my senses, and always remained, for many minutes, in much bewilderment and perplexity;- the mental faculties in general, but the memory in especial, being in a condition of absolute abeyance.  
En todos mis padecimientos no había sufrimiento físico, sino una infinita angustia moral. Mi imaginación se tornó macabra. Hablaba «de gusanos, de tumbas, de epitafios». Me perdía en ensueños de muerte, y la idea del entierro prematuro poseía permanentemente mi espíritu. El horrible peligro al cual estaba expuesto me obsesionaba día y noche. Durante el primero, la tortura de la meditación era excesiva; durante la segunda, era suprema. Cuando las torvas tinieblas se extendían sobre la Tierra, entonces, presa de los más horrendos pensamientos, temblaba, temblaba como los trémulos penachos de la carroza fúnebre. Cuando mi naturaleza ya no podía soportar la vigilia, luchaba antes de consentir en dormirme, pues me estremecía pensando que, al despertar, podía encontrarme metido en una tumba. Y cuando, al fin, me hundía en el sueño, era sólo para precipitarme de pronto en un mundo de fantasmas sobre el cual se cernía con sus vastas, negras alas tenebrosas, la única, la sepulcral Idea    In all that I endured there was no physical suffering but of moral distress an infinitude. My fancy grew charnel, I talked "of worms, of tombs, and epitaphs." I was lost in reveries of death, and the idea of premature burial held continual possession of my brain. The ghastly Danger to which I was subjected haunted me day and night. In the former, the torture of meditation was excessive- in the latter, supreme. When the grim Darkness overspread the Earth, then, with every horror of thought, I shook- shook as the quivering plumes upon the hearse. When Nature could endure wakefulness no longer, it was with a struggle that I consented to sleep- for I shuddered to reflect that, upon awaking, I might find myself the tenant of a grave. And when, finally, I sank into slumber, it was only to rush at once into a world of phantasms, above which, with vast, sable, overshadowing wing, hovered, predominant, the one sepulchral Idea.  
De las innumerables imágenes lúgubres que me oprimían en sueños elijo para mi relato una visión solitaria. Soñé que había caído en trance cataléptico de duración y profundidad mayores que las habituales. De pronto una mano helada se posó en mi frente y una voz impaciente, farfullante, susurró en mi oído:« ¡Levántate! »     From the innumerable images of gloom which thus oppressed me in dreams, I select for record but a solitary vision. Methought I was immersed in a cataleptic trance of more than usual duration and profundity. Suddenly there came an icy hand upon my forehead, and an impatient, gibbering voice whispered the word "Arise!" within my ear.  
Me senté. La oscuridad era total. No podía ver la figura del que me había despertado. No podía traer a la memoria ni el período durante el cual había caído en trance, ni el lugar donde yacía ahora. Mientras permanecía inmóvil, intentando reunir mis pensamientos, la fría mano me aferró con fuerza de la muñeca, sacudiéndola con petulancia, mientras la voz farfullante decía de nuevo:     I sat erect. The darkness was total. I could not see the figure of him who had aroused me. I could call to mind neither the period at which I had fallen into the trance, nor the locality in which I then lay. While I remained motionless, and busied in endeavors to collect my thought, the cold hand grasped me fiercely by the wrist, shaking it petulantly, while the gibbering voice said again:  
—¡Levántate! ¿No te ordené que te levantaras?     Arise! did I not bid thee arise?"  
—Y tú—pregunté—, ¿quién eres?     "And who," I demanded, "art thou?"  
—No tengo nombre en las regiones donde habito—replicó la voz, plañidera—. Fui un hombre y soy un demonio. Soy implacable, pero digno de lástima. Tú has de sentir que me estremezco. Me rechinan los dientes mientras hablo y, sin embargo, no es por el frío de la noche, de la noche sin fin. Pero este horror es insoportable. ¿Cómo puedes dormir tranquilo? No me dejan descansar los gritos de esas grandes agonías. Estos espectáculos son más de lo que puedo soportar. ¡Levántate! Ven conmigo a la noche exterior y deja que te muestre las tumbas. ¿No es éste un espectáculo de dolor? ¡Contempla!   "I have no name in the regions which I inhabit," replied the voice, mournfully; "I was mortal, but am fiend. I was merciless, but am pitiful. Thou dost feel that I shudder.- My teeth chatter as I speak, yet it is not with the chilliness of the night- of the night without end. But this hideousness is insufferable. How canst thou tranquilly sleep? I cannot rest for the cry of these great agonies. These sights are more than I can bear. Get thee up! Come with me into the outer Night, and let me unfold to thee the graves. Is not this a spectacle of woe?- Behold!"  
Miré, y la figura invisible que seguía aferrándome la muñeca hizo abrir las tumbas de toda la humanidad, y de cada una salían las débiles irradiaciones fosfóricas de la putrefacción, de modo que pude ver en sus más recónditos escondrijos, y el espectáculo de los cuerpos amortajados en su triste y solemne sueño con el gusano. Pero, ¡ay!, los verdaderos durmientes eran menos, entre muchos millones, que aquellos que no dormían, y había una débil lucha, y había un triste desasosiego general, y de las profundidades de los innúmeros pozos salía el melancólico frotar de las vestiduras de los enterrados. Y entre aquellos que parecían reposar tranquilos vi gran número que había cambiado, en mayor o menor grado, la rígida e incómoda posición en que habían sido originariamente sepultos. Y la voz me dijo de nuevo, mientras yo miraba:     I looked; and the unseen figure, which still grasped me by the wrist, had caused to be thrown open the graves of all mankind, and from each issued the faint phosphoric radiance of decay, so that I could see into the innermost recesses, and there view the shrouded bodies in their sad and solemn slumbers with the worm. But alas! the real sleepers were fewer, by many millions, than those who slumbered not at all; and there was a feeble struggling; and there was a general sad unrest; and from out the depths of the countless pits there came a melancholy rustling from the garments of the buried. And of those who seemed tranquilly to repose, I saw that a vast number had changed, in a greater or less degree, the rigid and uneasy position in which they had originally been entombed. And the voice again said to me as I gazed:  
—¿No es, acaso, ¡ah!, no es, acaso, un lastimoso espectáculo? Pero antes de que hallara palabras para replicarle, la figura dejó de aferrarme la muñeca, las luces fosforescentes se extinguieron y las tumbas se cerraron con súbita violencia, mientras de ellas brotaba un tumulto de gritos desesperados que repetían: «¿No es acaso, ¡oh Dios!, no es acaso un espectáculo lastimoso?»   "Is it not- oh! is it not a pitiful sight?"- but, before I could find words to reply, the figure had ceased to grasp my wrist, the phosphoric lights expired, and the graves were closed with a sudden violence, while from out them arose a tumult of despairing cries, saying again: "Is it not- O, God, is it not a very pitiful sight?"
Fantasías como ésta se presentaban por la noche y extendían su terrorífica influencia aun a mis horas de vigilia. Mis nervios se trastornaron y fui presa de perpetuo horror. Vacilaba en cabalgar, en caminar o practicar cualquier ejercicio que me apartara de casa. En realidad, ya no me atrevía a confiar en mí mismo fuera de la inmediata presencia de aquellos que conocían mi propensión a la catalepsia, por miedo de que, en uno de mis habituales ataques, me enterraran antes de que se determinara mi verdadero estado. Dudaba del cuidado, de la fidelidad de mis amigos más queridos. Me asustaba pensar que, en un trance más largo de lo acostumbrado, se convencieran de que no tenía remedio. Llegaba a temer que, como les causaba muchas molestias, quizá se alegraran de considerar cualquier ataque muy prolongado como excusa suficiente para librarse de mí definitivamente. En vano trataban de tranquilizarme con las más solemnes promesas. Les exigía, por losjuramentos más sagrados, que en ninguna circunstancia me enterraran hasta que la descomposición material estuviera tan avanzada que impidiese toda conservación. Y aun entonces mis terrores mortales no atendían a ninguna razón, no aceptaba consuelo. Comencé una serie de laboriosas precauciones. Entre otras cosas mandé rehacer de tal manera la bóveda familiar, que era posible abrirla fácilmente desde el interior. La más ligera presión de una larga palanca que se extendía dentro de la cripta bastaba para abrir rápidamente los portales de hierro. También estaba prevista la libre admisión de aire y luz, y adecuados receptáculos para alimentos y agua, al alcance del ataúd preparado para recibirme. Este ataúd estaba forrado con un material cálido y suave y provisto de una tapa elaborada según el principio de la puerta de la bóveda, con el añadido de resortes ideados de tal modo que el más débil movimiento del cuerpo hubiera sido suficiente para soltarla. Además de todo esto, del techo de la tumba colgaba una gran campana cuya soga (estaba previsto) entraría por un agujero en el ataúd, siendo atada a una de las manos del cadáver. Mas, ¡ay!, ¿de qué sirve la vigilancia contra el Destino del hombre? ¡Ni siquiera esas bien urdidas seguridades bastaban para librar de las más extremadas angustias de la inhumación en vida a un infeliz destinado a ellas!     Phantasies such as these, presenting themselves at night, extended their terrific influence far into my waking hours. My nerves became thoroughly unstrung, and I fell a prey to perpetual horror. I hesitated to ride, or to walk, or to indulge in any exercise that would carry me from home. In fact, I no longer dared trust myself out of the immediate presence of those who were aware of my proneness to catalepsy, lest, falling into one of my usual fits, I should be buried before my real condition could be ascertained. I doubted the care, the fidelity of my dearest friends. I dreaded that, in some trance of more than customary duration, they might be prevailed upon to regard me as irrecoverable. I even went so far as to fear that, as I occasioned much trouble, they might be glad to consider any very protracted attack as sufficient excuse for getting rid of me altogether. It was in vain they endeavored to reassure me by the most solemn promises. I exacted the most sacred oaths, that under no circumstances they would bury me until decomposition had so materially advanced as to render farther preservation impossible. And, even then, my mortal terrors would listen to no reason- would accept no consolation. I entered into a series of elaborate precautions. Among other things, I had the family vault so remodelled as to admit of being readily opened from within. The slightest pressure upon along lever that extended far into the tomb would cause the iron portal to fly back. There were arrangements also for the free admission of air and light, and convenient receptacles for food and water, within immediate reach of the coffin intended for my reception. This coffin was warmly and softly padded, and was provided with a lid, fashioned upon the principle of the vault-door, with the addition of springs so contrived that the feeblest movement of the body would be sufficient to set it at liberty. Besides all this, there was suspended from the roof of the tomb, a large bell, the rope of which, it was designed, should extend through a hole in the coffin, and so be fastened to one of the hands of the corpse. But, alas? what avails the vigilance against the Destiny of man? Not even these well-contrived securities sufficed to save from the uttermost agonies of living inhumation, a wretch to these agonies foredoomed! 
Llegó una época —como ya había ocurrido a menudo— en que me encontré a mí mismo emergiendo de una total inconsciencia a la primera sensación débil e indefinida de existencia. Lentamente, con gradación de tortuga, se acercaba el alba gris, pálida, del día psíquico. Un desasosiego aletargado. Una sensación apática de dolor sordo. Ninguna preocupación, ninguna esperanza, ningún esfuerzo. Después de un largo intervalo, un retintín en los oídos; luego, tras un lapso aún más largo, una sensación de hormigueo o comezón en las extremidades; luego, un período aparentemente eterno de placentera quietud, durante el cual las sensaciones que despiertan luchan por convertirse en pensamientos; luego, otra breve zambullida en la nada; luego, un súbito restablecimiento. Al fin, el ligero estremecerse de un párpado, e inmediatamente después, un choque eléctrico de terror, mortal e indefinido, que envía la sangre a torrentes de las sienes al corazón. Y entonces el primer esfuerzo positivo por pensar. Y entonces el primer intento de recordar. Y entonces un éxito parcial y evanescente. Y entonces la memoria ha recobrado tanto su dominio, que en cierta medida tengo conciencia de mi estado. Siento que no estoy despertando de un sueño ordinario. Recuerdo que he padecido de catalepsia. Y entonces, por fin, como si fuera la embestida de un océano, abruma mi alma estremecida el único peligro horrendo, la única idea espectral, siempre dominante.    There arrived an epoch- as often before there had arrived- in which I found myself emerging from total unconsciousness into the first feeble and indefinite sense of existence. Slowly- with a tortoise gradation- approached the faint gray dawn of the psychal day. A torpid uneasiness. An apathetic endurance of dull pain. No care- no hope- no effort. Then, after a long interval, a ringing in the ears; then, after a lapse still longer, a prickling or tingling sensation in the extremities; then a seemingly eternal period of pleasurable quiescence, during which the awakening feelings are struggling into thought; then a brief re-sinking into non-entity; then a sudden recovery. At length the slight quivering of an eyelid, and immediately thereupon, an electric shock of a terror, deadly and indefinite, which sends the blood in torrents from the temples to the heart. And now the first positive effort to think. And now the first endeavor to remember. And now a partial and evanescent success. And now the memory has so far regained its dominion, that, in some measure, I am cognizant of my state. I feel that I am not awaking from ordinary sleep. I recollect that I have been subject to catalepsy. And now, at last, as if by the rush of an ocean, my shuddering spirit is overwhelmed by the one grim Danger- by the one spectral and ever-prevalent idea.  
Durante unos minutos, ya poseído por esta fantasía, permanecí inmóvil. ¿Y por qué? No podía reunir valor para moverme. No me atrevía a hacer el esfuerzo que había de tranquilizarme sobre mi destino, y, sin embargo, algo en el corazón me susurraba que era seguro. La desesperación —tal como ninguna otra desdicha produce—, sólo la desesperación me apremió, después de una larga duda, a levantar los pesados párpados. Los levanté. Estaba oscuro, todo oscuro. Supe que el ataque había terminado. Supe que la crisis de mi trastorno había pasado ya. Supe que había recobrado el uso de mis facultades visuales, y, sin embargo, estaba oscuro, todo oscuro, con la intensa y total capacidad de la Noche que dura para siempre.     For some minutes after this fancy possessed me, I remained without motion. And why? I could not summon courage to move. I dared not make the effort which was to satisfy me of my fate- and yet there was something at my heart which whispered me it was sure. Despair- such as no other species of wretchedness ever calls into being- despair alone urged me, after long irresolution, to uplift the heavy lids of my eyes. I uplifted them. It was dark- all dark. I knew that the fit was over. I knew that the crisis of my disorder had long passed. I knew that I had now fully recovered the use of my visual faculties- and yet it was dark- all dark- the intense and utter raylessness of the Night that endureth for evermore.  
Intenté gritar, y mis labios y mi lengua reseca se movieron convulsivos, pero ninguna voz brotó de los cavernosos pulmones que, oprimidos como por el peso de una montaña, jadeaban y palpitaban con el corazón en cada inspiración laboriosa y difícil.    I endeavored to shriek-, and my lips and my parched tongue moved convulsively together in the attempt- but no voice issued from the cavernous lungs, which oppressed as if by the weight of some incumbent mountain, gasped and palpitated, with the heart, at every elaborate and struggling inspiration.  
El movimiento de las mandíbulas en el esfuerzo por gritar me mostró que estaban atadas, como se hace habitualmente con los muertos. Sentí también que yacía sobre unasustancia áspera y que algo similar, a los costados, me estrechaba. Hasta ese momento no me había atrevido a mover ninguno de los miembros, pero entonces levanté violentamente los brazos que estaban estirados, con las muñecas cruzadas. Golpearon una sustancia sólida, leñosa, que se extendía sobre mi cuerpo a no más de seis pulgadas de mi cara. Ya no pude dudar de que reposaba al fin dentro de un ataúd.     The movement of the jaws, in this effort to cry aloud, showed me that they were bound up, as is usual with the dead. I felt, too,that I lay upon some hard substance, and by something similar my sides were, also, closely compressed. So far, I had not ventured to stir any of my limbs- but now I violently threw up my arms, which had been lying at length, with the wrists crossed. They struck a solid wooden substance, which extended above my person at an elevation of not more than six inches from my face. I could no longer doubt that I reposed within a coffin at last.  
Y entonces, en medio de mi infinita desgracia, vino dulcemente la Esperanza, como un querubín, pues pensé en mis precauciones. Me retorcí y ejecuté espasmódicos conatos para forzar la tapa; no se movía. Me palpé las muñecas en busca de la soga: no la encontré. Y así la Consoladora huyó para siempre y una desesperación aún más vehemente reinó triunfal, pues no podía menos de advertir la ausencia de las almohadillas que había preparado tan cuidadosamente, y entonces llegó de improviso a mis narices el fuerte y peculiar olor de la tierra húmeda. La conclusión era irresistible. No estaba en la bóveda. Había caído en trance fuera de mi casa, entre extraños, dónde y cómo no podía recordarlo, y ellos me habían enterrado como a un perro, metido en un ataúd común claveteado, y arrojado a lo profundo, en lo profundo y para siempre, de alguna tumba ordinaria, anónima.    And now, amid all my infinite miseries, came sweetly the cherub Hope- for I thought of my precautions. I writhed, and made spasmodic exertions to force open the lid: it would not move. I felt my wrists for the bell-rope: it was not to be found. And now the Comforter fled for ever, and a still sterner Despair reigned triumphant; for I could not help perceiving the absence of the paddings which I had so carefully prepared- and then, too, there came suddenly to my nostrils the strong peculiar odor of moist earth. The conclusion was irresistible. I was not within the vault. I had fallen into a trance while absent from home-while among strangers- when, or how, I could not remember- and it was they who had buried me as a dog- nailed up in some common coffin- and thrust deep, deep, and for ever, into some ordinary and nameless grave.  
Cuando esta horrible convicción se abrió paso en las más íntimas estancias de mi alma, luché una vez más por gritar. Y este segundo intento tuvo éxito. Un largo, salvaje grito continuo, un alarido de agonía resonó en los ámbitos de la noche subterránea.    As this awful conviction forced itself, thus, into the innermost chambers of my soul, I once again struggled to cry aloud. And in this second endeavor I succeeded. A long, wild, and continuous shriek, or yell of agony, resounded through the realms of the subterranean Night.  
—Vamos, vamos, ¿qué es eso?—dijo una voz áspera, en respuesta.     "Hillo! hillo, there!" said a gruff voice, in reply. 
—¿Qué diablos pasa ahora?—dijo un segundo.    "What the devil's the matter now!" said a second.  
—¡Fuera de ahí! —exclamó un tercero.    "Get out o' that!" said a third.  
—¿Por qué aúlla de esa manera, como si fuese un gato montés?—dijo un cuarto. Y entonces unos individuos muy rústicos me sujetaron y me sacudieron sin ceremonias. No me despertaron de mi sueño, pues estaba bien despierto cuando grité, pero me devolvieron a la plena posesión de mi memoria.   "What do you mean by yowling in that ere kind of style, like a cattymount?" said a fourth; and hereupon I was seized and shaken without ceremony, for several minutes, by a junto of very rough-looking individuals. They did not arouse me from my slumber- for I was wide awake when I screamed- but they restored me to the full possession of my memory.  
Esta aventura ocurría cerca de Richmond, en Virginia. Acompañado de un amigo me había internado, en una expedición de caza, varias millas abajo a orillas del río James. Se acercaba la noche cuando nos sorprendió una tormenta. La cabina de una pequeña chalupa anclada en la corriente y cargada de tierra vegetal nos brindó el único abrigo disponible. Le sacamos el mayor provecho posible y pasamos la noche a bordo. Me dormí en una de las dos únicas literas; no hace falta describir las literas de una chalupa de sesenta o setenta toneladas. La que yo ocupaba no tenía ropa de cama. Su ancho era de dieciocho pulgadas. La distancia entre el fondo y la cubierta era precisamente la misma. Me resultó dificilísimo introducirme en ella. Sin embargo dormí profundamente y toda mi visión, pues no era sueño ni pesadilla, surgió naturalmente de las circunstancias de mi posición, del giro habitual de mis pensamientos y de la dificultad, a la cual he aludido, de concentrar mis sentidos y especialmente de recobrar la memoria durante largo tiempo después de despertar de un sueño. Los hombres que me sacudieron eran la tripulación de la chalupa y algunos jornaleros contratados para cargarla. De la carga misma procedía el olor a tierra. La venda alrededor de las mandíbulas era un pañuelo de seda con el cual me había atado la cabeza a falta de mi acostumbrado gorro de dormir.     This adventure occurred near Richmond, in Virginia. Accompanied by a friend, I had proceeded, upon a gunning expedition, some miles down the banks of the James River. Night approached, and we were overtaken by a storm. The cabin of a small sloop lying at anchor in the stream, and laden with garden mould, afforded us the only available shelter. We made the best of it, and passed the night onboard. I slept in one of the only two berths in the vessel- and the berths of a sloop of sixty or twenty tons need scarcely be described. That which I occupied had no bedding of any kind. Its extreme width was eighteen inches. The distance of its bottom from the deck overhead was precisely the same. I found it a matter of exceeding difficulty to squeeze myself in. Nevertheless, I slept soundly, and the whole of my vision- for it was no dream, and no nightmare- arose naturally from the circumstances of my position- from my ordinary bias of thought- and from the difficulty, to which I have alluded, of collecting my senses, and especially of regaining my memory, for along time after awaking from slumber. The men who shook me were the crew of the sloop, and some laborers engaged to unload it. From the load itself came the earthly smell. The bandage about the jaws was a silk handkerchief in which I had bound up my head, in default of my ustomary nightcap.  
Las torturas sufridas fueron indudablemente iguales en aquel momento a las de la verdadera sepultura. Eran espantosas, de un horror inconcebible; pero del Mal procede el Bien, porque su mismo exceso provocó en mi espíritu una inevitable reacción. Mi alma adquirió vigor, adquirió temple. Viajé al extranjero. Hice vigorosos ejercicios. Respiré el aire libre del cielo. Pensé en otros temas que la muerte. Dejé a un lado mis libros de medicina. Quemé a Buchan. No leí más Pensamientos nocturnos, ni grandilocuencias sobre cementerios, ni cuentos de miedo como éste. En poco tiempo me convertí en un hombre nuevo y viví una vida de hombre. Desde aquella noche memorable descarté para siempre mis aprensiones sepulcrales, y con ellas se desvanecieron los trastornos catalépticos, de los cuales fueran, quizá, menos consecuencia que causa.     The tortures endured, however, were indubitably quite equal for the time, to those of actual sepulture. They were fearfully- they were inconceivably hideous; but out of Evil proceeded Good; for their very excess wrought in my spirit an inevitable revulsion. My soul acquired tone- acquired temper. I went abroad. I took vigorous exercise. I breathed the free air of Heaven. I thought upon other subjects than Death. I discarded my medical books. "Buchan" I burned. I read no "Night Thoughts"- no fustian about churchyards- no bugaboo tales- such as this. In short, I became a new man, and lived a man's life. From that memorable night, I dismissed forever my charnel apprehensions, and with them vanished the cataleptic disorder, of which, perhaps, they had been less the consequence than the cause.  
Hay momentos en que, aun para el sereno ojo de la razón, el mundo de nuestra triste humanidad puede cobrar la apariencia del infierno, pero la imaginación del hombre no es Caratis para explorar con impunidad todas sus cavernas. ¡Ay!, la torva legión de los terrores sepulcrales no puede considerarse totalmente imaginaria, pero, como los Demonios en cuya compañía Afrasiab realizó su viaje por el Oxus, deben dormir o nos devorarán, debemos permitirles el sueño, o pereceremos.    There are moments when, even to the sober eye of Reason, the world of our sad Humanity may assume the semblance of a Hell- but the imagination of man is no Carathis, to explore with impunity its every cavern. Alas! the grim legion of sepulchral terrors cannot be regarded as altogether fanciful- but, like the Demons in whose company Afrasiab made his voyage down the Oxus, they must sleep, or they will devour us- they must be suffered to slumber, or we perish.  
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