De Bogotá era obispo
Monseñor Cuero
Que fue un sabio y un santo
De cuerpo entero.
Su misa para el pueblo,
Poco duraba,
Pues en cinco minutos
La despachada;
Porque del Evangelio
Nunca leía
Sino un par de versículos,
Y así decía:
Perdona, Evangelista,
Si más no leo;
Basta de pendejadas
De San Mateo.