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Pedro Muñoz Seca

"Trance apurado"

Biografía de Pedro Muóz Seca en Wikipedia

 
 
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Música: Albeniz - Espana - No. 3 - Malagueña
 
Trance apurado
  Cuento  

El tío Cachiporras, el hortelano más bruto de la villa de Chúpateesa, caminaba una tarde caballero en su burra, en dirección a Sopapillo, aldea inmediata, en feria a la sazón, cuando tropezó con el señor Sandalio, el organista, uno de los hombres más flacos del mundo, tan flaco, que la ropa no se la hacía un sastre, sino un fabricante de fundas de escopetas.

—¡Tío Cachiporras!

—¡A la paz e Dios, señor Sandalio! ¿Ande se va por ahí?

—A Sopapillo; a tocar en el bautizo de un chavea del tío Maromas.

—¡Rechuflas! ¿A tocar?—preguntó asombrado el tío Cachiporras—. ¿Pero hay órgano en la iglesia de Sopapillo?

—¡Qué ha de haber!—repuso el organista—. Hace años habla un piano de manubrio con dos piezas: la pobre chica, que la tocaban en cuasi tos los bautizos, y el miserere del Trabador, que lo tocaban en los funerales de lujo; pero el piano se hizo cisco, y pa sustituirlo mercó el cura un acordeón, que es lo que voy a tocar esta tarde.

—¿Maneja usté también ese chisme?

—Hombre, como manejarlo, no lo manejo ni lo he manejao nunca; pero tirando y aflojando suena, y con tal que suene... ¿Comprende usté?

—¡Claro está, hombre!

—¿Usté va de feria?

—Si, señor; voy a ver si cambio esta burra por otra más maja.

—¿No se apaña usté ya con la Lucera?

—M’apaño, sí, señor; pero tiene muchos años encima, y no está ya muy católica.

—Ea, pues vamos juntos, y se nos hará más corto el camino.

Echó pie a tierra el tío Cachiporras, y ambos amigos, charlando animadamente, prosiguieron su viaje.

La aldea de Solapillo estaba separada de Chúpateesa por el Chorrito, un riachuelo que durante el verano llevaba menos agua que un pájaro en el pico, pero en otoño, y cuando menudeaban las lluvias, aumentaba tanto su caudal, que a veces era peligroso vadearlo.

El día de nuestro cuento tanto había llovido la semana anterior, que el riachuelo, ensanchado de cauce, parecía un verdadero río.

Cuando Sandalio y el tío Cachiporras llegaron a la orilla, y vieron tan enorme cantidad de agua, se quedaron en una pieza.

—¡Rechuflas! ¡Sí que se l’han hinchao los morros al Chorrito!

—¿Cómo atravesamos esto, tío Cachiporras?

—Montaos en la Lucera.

—¿Podrá con los dos?

—¡Pa lo que usté pesa!...

—Oiga usté. ¿Habrá algún peligro?...

—Yo creo que no; nunca ha sido hondo el lecho del río. Puede que lo vadeemos sin que el agua nos llegue ni siquiera a las botas. lEa! No hay que pensarlo más: ande usté pa arriba.

Montó en la burra el tío Cachiporras, subió a la grupa el flaco organista, y tras de un par de buenos varazos que supieron a la Lucera a cuerno frito, penetraron río adentro.

Al principio no iba mal la cosa; el agua apenas llegaba a las rodillas del pobre animal, pero, en el centro del río, la impetuosa corriente había arrastrado gran cantidad de arenas de su cauce, y era éste más profundo que de ordinario.

Sandalio y el tío Cachiporras vieron con terror que la burra se hundía cada vez más.

—lTío Cachiporras, que esto es grave! ¡Que la corriente tira mucho! ¡Que la burra pierde pies!

El tío Cachiporras, mudo de espanto y mojado hasta la cintura, arreaba la burra con voz temblorosa.

—No se asuste usté; mientras la Lucera pise el fondo no hay cuidao

—¡Tío Cachiporras, que nos ahogamos!—gritó el organista al sentir que se hundían más cada vez—. iiQue nos ahogamos!! ¡¡Dios mío, sálvanos!! llVirgen del Carmen!! ¡Creo en Dios padre, todo poderoso!... —y comenzó a rezar.

—lNo rece usté, rechuflasl—gritó, como loco, el tío Cachiporras—. ¡No rece usté!...

— ¿Por qué? ¿Porque no es muy católica la burra?

—Al contrario: porque si oye el rezo y se hinca nos ahogamos.

"Cuentos y cosas" 1919

     
 

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