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Pedro Muñoz Seca

"La suerte de Currillo"

Biografía de Pedro Muóz Seca en Wikipedia

 
 
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Música: Albeniz - Espana - No. 3 - Malagueña
 
La suerte de Currillo
  Cuento  

Camino adelante y por la no bien cuidada carretera que conduce desde el Puerto de Santa María a Jerez de la Frontera, marchaban tras un borriquillo, tan falto de carnes como sobrado de carga, el señor Frasquito el hortelano y su hijo Currillo, un rapazuelo como de diez años, más alegre que un rayo de sol y más hablador que una docena de cotorras.

El señor Frasquito conducía a Jerez, donde el mercado ofrecía más pingües ganancias, lo más granado de su huerto, y por primera vez se hacia acompañar de Currillo con el doble objeto de que se fuera habituando a las largas caminatas, y se enterara de las chalanerías y demás trámites de la venta.

Marchaban padre e hijo conversando animadamente, cuando de pronto, y sin venir a qué, exclamó Currillo, parándose en seco.

—Padre... ¡si yo m’encontrara un duro!

—¿Un duro, niño? ¿Crees tú que los duros se encuentran, ahí, en mitá e la carretera? ¡Chavó! Pa gana diez y ocho reales venimos a Jeré er burro yo y tú, con que haste cuenta de lo que vale un duro.

—Po yo he oído mentá que más e cuatro s’han encontrao de pronto una porrá e dinero.

—Ríete tú de eso.

—A mi m’ha contao Paquito er yegüero, que su amo don José Arjona diendo de casería fue y tiró y mató ar perro, y que pa enterrarlo fue y abrió un bujero, y que al escarbó, fue y s’encontró una mina de plata.

—Suerte que tuvo el hombre.

—Y mamá dise que iñá Micaela la de la posá, remendando una pared de su casa, trompesó con una orsa e manteca toíta llena e tumbagas, y de sarsiyos, y de monedas de oro. ¿Es verdá eso?

—Verdá es: siempre fué la iñá Micaela una mujé de muchísima suerte.

—¿Y no pueo yo tené la suerte de encontrarme un duro?

—Pero ¿qué te crees tú que es la suerte, niño?

—iVayasté a sabé!

—Po la suerte no es más sino que Dios oye a las personas, y va y les da lo que las personas le piden, o lo que desean en su interió, aunque no se lo haigan pedio; porque a Padre Dió, que to lo ve, y to lo sabe, lo mesmo da pedirle las cosas con la boca que con la cabeza.

—¿Cómo se pide con la cabeza, padre?

—Hombre, con er sentimiento interno: hablando sin hablá, vamos ar desí.

—Po más de una ve, y sin desírselo a naide, he deseao yo encontrarme un duro.

—¿Y que ibas tú a hasé con un duro, me quiés desi?

—Verá usté: lo primero comprarme dos jonsas de chocolate; lo segundo darme una jartá de pan con queso e bola, que es lo que más me gusta, y lo tercero mercá una jaulita d’alambre pa el jilguerillo que cogí antié, que er probeciyo lleva dos dias que no gana pa sustos.

—¿Aonde lo has enserrao, chiquillo?

—¿No se vasté a enfandá si se lo digo?

—No.

—Po lo he enserrao en la guitarra.

—¿En la guitarra?

—Si señó; aflojé una mijita las cuerdas, lo metí por er bujero, gorví a apretá las clavijas y allí está er probe. ¡Camará! ¡Se lleva ca susto! Porque él hase por juí ¿sabe usté? y va y s’asoma, y como se encuentra con las cuerdas, pos va y les da con er pico y arrempuja. Güeno y cuando trompieza con la prima y suena, no s’chara mucho; pero cuando trompieza cor er bordón y retumba, prinsipia a darse ca chocaso, que hay que verlo.

Charlando y riendo, pues el señor Frasquito iba de bonísimo humor, llegaban ya casi a las puertas de Jerez, cuando Currillo, arrojándose al suelo de un salto, gritó como loco.

—¡Un duro!... lPadre!... ¡Un duro!!... Y mostró a los asombrados ojos de Frasquito una pulida y reluciente moneda de veinte reales.

—¿Un duro?

—¡Sí seño, misté!...

—iMardita sea!...—exclamó el hortelano tirando de la vara y sacudiendo a Carrillo dos varazos, en mitad de las costillas.

—¡Toma, condenao!... ¡Mar nasioi...

—Pero ¡padre! ¿por qué me pega usté?

—¡Condenao niño!... Una vez que Dios te ha escuchao, ¿t’has conformao con pedirle na más que sinco pesetas?

 

"Cuentos y cosas" 1919

     
 

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