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Juan Montseny Carret (Federico Urales)

"Un beso

Biografía de Juan Montseny Carret (Federico Urales) en Wikipedia

 
 
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Música: Clementi - Sonatina Op.36 No.1 in C major - 2: Andante
 
Un beso
 

Ella en un convento, cual otra Princesa de Éboli; él a punto de verse empapelado, remedando a Antonio Pérez.

Estamos donde estuvimos: el corazón sujeto continúa a una ley que burlan los mismos que la propusieron, y los que, en asuntos de amor, en ella amparan sus derechos. Si no impedimos que lata, impediremos que ame; y allá van a imponer amor, curiales avispados y maridos ofendidos: los que no supieron inspirarlo y los que no han sabido comprenderlo.

Venid a mí; yo os bendeciré y diré en voz alta que hicisteis bien en amaros contra todas las conveniencias y todos los preceptos; que hicisteis bien en quereros sin tener en cuenta más condiciones que los impulsos de vuestros seres. Así se vive, porque así se goza, y así se goza, porque así se vive.

Adoro el amor, porque es el sentimiento más rebelde a esos convencionalismos que malparan nuestra existencia; porque es el sentimiento que más cerca está de la naturaleza. Y aquellos que esperan ser amados por condiciones sociales, serán siempre vencidos.

Por eso es el amor el objeto de mis amores; por eso amo a dos amantes si ellos se aman inmensamente; por eso una madre hermosa es para mí la belleza de las bellezas; por eso cuando quiero gozar en mi amor pienso, y cuando quiero sufrir de mi amor reniego; por eso hoy, hermosísimo día de primavera, he preguntado a dos mirlos que jugueteaban de rama en rama buscando sitio donde construir su nido, si eran felices para saber si se amaban.

Yo quiero besaros amantes de mi alma, y quiero besarte más a ti mujer, no por ser mujer, sino por ser la que más expuso y la que más perdió, en este pleito que desde largo tiempo sostienen el amor y la honra, el corazón y la ley.

Acércate, mis labios no manchan, fortalecen el ánimo; porque en su color rojo llevan el bálsamo del consuelo y la serenidad de la pureza. Jamás compraron amor; jamás amor vendieron; apenas son de este mundo, pero están abiertos siempre para las que, como tú, aman mucho, mucho. Tanto valor tiene un beso mío, que bien pudiera servir de premio a los que saben amar hasta el sacrificio. Te lo otorgo, pues, al objeto de que, si la ley no te absolviera ni los hombres te perdonaran, les puedas enseñar satisfecha la rosa que en tu frente habrá dejado el beso de un justo. ...

Federico URALES


La Vida literaria (Madrid). 27/4/1899, n.º 16, página 8

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