Muérome por llamar Juanilla a Juana,
que son de tierno amor afectos vivos,
mas la cruel, con ojos furtivos,
hace que mi insistencia sea vana.
Mas escucha: pues que eres flor temprana,
admite los requiebros primitivos
porque no vienen bien diminutivos
después que una persona se avellana.
Para cambiar tu condición extraña,
más de alguna Juanaza de la villa
del engaño en que estás te desengaña.
Créeme, Juana, y llámate Juanilla;
mira que la mejor parte de España,
pudiendo Casta, se llamó Castilla.