Ya no quiero más bien que sólo amaros,
Ni más vida, Lucinda, que ofreceros
La que me dais cuando merezco veros,
Ni ver más luz que vuestros ojos claros.
Para vivir me basta desearos,
Para ser venturoso conoceros,
Para admirar el mundo engrandeceros,
Y para ser Eróstrato abrasaros.
La pluma y lengua respondiendo a coros,
Quieren al cielo espléndido subiros,
Donde están los espíritus más puros;
Que entre tales riquezas y tesoros
Mis lágrimas, mis versos, mis suspiros
De olvido y tiempo vivirán seguros.