Parió sor Juana, en sazón,
y muy contrita, ayunaba,
y siempre rezando estaba,
con sin igual devoción.
«Ved, dijo en cierta ocasión
la abadesa, muy ufana,
ved cómo vive sor Juana,
seguid su conducta bella.»
Y las monjas, bajo el manto,
dijeron a esta querella:
«Viviremos como ella,
cuando hagamos otro tanto.»