Hubo en la Grecia dos siracusanas,
que tenían un trasero portentoso;
Y, por saber la cual de las hermanas
lo tenía más gentil, duro y carnoso,
desnudas se mostraron a un perito
que, después de palpar con dulce apremio,
ofreció a la mayor su mano, en premio.
Tomó su hermano el no menos bonito
de la menor; alegres se casaron,
y, tras más de una grata peripecia,
en honor de las dos un templo alzaron,
con el nombre de: « Venus, nalga recia. »
No sé qué intención hubiera sido,
mas fuera aqueste el templo de la Grecia
al que más devoción habría tenido. |