Perdió un hombre del campo una ternera,
y fue a buscarla al bosque más cercano,
do subió a la copa de una higuera
para ver a lo lejos, en el llano.
Llegó en esto una dama y un mancebo
que amantes navegaban en conserva,
y de la higuera al pie - decirlo debo - se
tendieron los dos sobre la yerba.
Sólo hablaban las manos y los ojos,
cuando el doncel, parando la recreo,
exclamó en el ardor de sus antojos:
«¡Qué veo, Señor mi Dios, y qué no veo! »
Y al oír esto, gritóle el aldeano
que observaba en la copa de la higuera:
«El que ve tantas cosas, Mi hermano,
¿no ve por esa selva una ternera?» |