Un Lobo, a quien quedaban
La piel y el esqueleto solamente
(Tan bien así guardaban
Los perros el ganado de su diente),
A un buen Dogo enconlró fuerte y hermoso,
Muy gordo y muy lustroso,
Algo, por dislracción, descaminado.
Nuestro Lobo, en verdad, de buena gana
Le hubiera devorado,
En ayunas estando esa mañana;
Pero era indispensable
Para ello combatir, y parecía
El Mastín poco amable
Y dispuesto a luchar con bizarría.
El Lobo, pues, se acerca humildemente,
Entra en conversación, y mil cumplidos
Hace al Perro en razón del prominente
Estómago que embarga sus sentidos.
- "En usted solo, buen señor, estriba
Engordar como yo, le dijo el Perro;
Ya no en los montes cual salvaje viva,
Porque allí fueron siempre sus iguales
Los más pobres de todos los mortales,
Y nunca se encontró buena comida
A punto y bien servida,
Que solo el más osado
Conquistar pudo a veces un bocado.
Siga usted mi camino,
Y alcanzará más próspero destino.
- "¿Qué debo hacer par a ello?" , -dijo el Lobo.
- "Casi nada, señor; fuerza es hostigue
A la gente de palo o que mendigue
Y a la que tiene por oficio el robo;
Que halague a los de casa con festejos,
Al amo sirva, y ganará de albricias
Sobras buenas y varias, y pellejos,
Piltrafas de gallinas y capones,
Y huesos de pichones,
Sin contar con muchísimas caricias".
El Lobo ya su dicha se forjaba
Lágrimas derramando de ternura;
Pero a medida que el camino andaba,
Una desolladura
Vió en el cuello del Perro sospechosa.
- "¿Qué es esto?"-dijo.- "Nada"- "¿Cómo nada?"
- "En verdad, poca cosa"
- "¿Pero qué?, diga usted" , - "Una rozada
Que tal vez el collar que me sujeta
En mi cuello ha causado" .
- "¿Entonces, dijo el Lobo, está amarrado,
Y no corre, no va donde le peta?,
- "No siempre, más ¿qué importa?" -"Tanto importa
Que yo renuncio a toda su comida,
Y a ese precio me quedo sin la torta"
Y pegó nuestro Lobo la estampida. |