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Imitación de Cristo |
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Capítulo XLVI | ||
De la confianza que se ha de tener en Dios cuando nos dicen injurias.
1. Hijo, está firme y espera en Mí ¿Qué son las palabras, sino palabras? El viento se las lleva, pero no mellan una piedra. Si eres culpable, determina enmendarte. Si te crees inocente, soporta las injurias por Dios. No es gran cosa que sufras a veces palabras ofensivas, no sabiendo aun tolerar graves azotes. ¿Y por qué tan pequeñas cosas te llegan al corazón, sino porque aun eres carnal, y haces de los hombres mucho más caso de lo que conviene? Porque temes ser despreciado, por eso no quieres ser reprendido de tus faltas, y buscas la sombra de las excusas. 2. Mas considérate mejor, y conocerás que aun vive en ti el amor del mundo y el deseo vano de agradar a los hombres. Porque en huir de ser humillado y confundido por tus defectos, muestras muy claro que ni eres humilde verdadero, ni estás del todo muerto al mundo, ni el mundo está crucificado a ti. Mas oye mis palabras, y no harás caso de cuantas te dijeren los hombres. Dime: si se dijese contra ti todo cuanto la malicia humana es capaz de fingir, ¿qué daño te causaría, si no hicieses caso de ello, y no le dieses más valor que el de una paja? ¿Por ventura te podría arrancar un solo cabello? 3. El que no está dentro de su corazón, ni tiene a Dios presente, presto se conmueve por una palabra de menosprecio. Pero el que confía en MÍ, y no se aferra en su propio juicio, vivirá sin temer a los hombres. Porque Yo soy el juez, y conozco todos los secretos: Yo sé cómo pasan las cosas: Yo conozco al que hace la injuria y al que la sufre. De Mí sale esta palabra: eso sucede permitiéndolo Yo, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones. Yo juzgo al culpado y al inocente; pero quise probar primero a uno y a otro en juicio secreto. 4. El testimonio de los hombres muchas veces engaña: mi juicio es verdadero, firme, y no será revocado. Muchas veces está escondido, y pocos lo penetran del todo; pero nunca yerra, ni puede errar, por más que no parezca recto a los ojos de los necios. A Mí, pues, se debe acudir en todo juicio, y no confiar en el propio saber. Porque el justo no se turbará por más cosas que Dios permita le sucedan. Y si algún juicio se hiciere contra él injustamente, no por eso se inquietará. Ni se ensalzará vanamente si otros le defendieren con razón. Porque sabe que Yo soy el que escudriño los corazones y los pensamientos, y que no juzgo según el exterior y las apariencias humanas. Pues muchas veces se halla delictivo a mis ojos lo que a juicio de los hombres parece digno de alabanza. 5. Señor Dios, Juez justo, fuerte y paciente, que conoces la flaqueza y perversidad de los hombres: se Tú mi fortaleza y toda mi confianza, pues mi sola conciencia no me basta. Tú sabes lo que yo no sé; por eso debo humillarme en cualquiera reprensión, y sufrirla con mansedumbre. Perdóname también, piadoso, todas las veces que no lo hice así, y dame gracia de mayor sufrimiento para otra vez. Porque mejor me está tu copiosa misericordia para alcanzar el perdón, que mi presunta justificación para defender lo oculto de mi conciencia. Y aunque ella no me remuerda, no por eso puedo justificarme; porque sin tu misericordia ningún viviente será justificado en tu acatamiento. |
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