Tomás de Kempis - Imitación de Cristo

Tomás de Kempis

"Imitación de Cristo"

Libro Tercero:

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Imitación de Cristo

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Libro 3 - Cap 37

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Capítulo XXXVII
 

De la pura y total renuncia de sí mismo para alcanzar la libertad del corazón.

 

1. Hijo, déjate a ti, y me hallarás a Mí.

Vive sin voluntad ni amor propio, y siempre ganarás.

Porque al punto que renunciares a ti mismo sin reserva, se te dará mayor gracia.

2. Señor, ¿cuántas veces he de negarme, y en qué cosas renunciarme a mí mismo?

3. Siempre, y a toda hora, así en lo poco como en lo mucho. No admito excepción, sino que en todo te quiero absolutamente desprendido.

De otro modo, ¿cómo podrás ser mío, y Yo tuyo, si no renuncias del todo interior y exteriormente a tu propia voluntad?

Cuanto más pronto hicieres esto, tanto mejor te irá; y cuanto más cumplida y sinceramente lo hagas, tanto más me agradarás, y mucho más ganarás.

4. Algunos se resignan, mas con alguna excepción; no confían enteramente en Dios, y por esto trabajan solo en mirar por sí.

Hay también quienes al principio lo ofrecen todo; pero después, combatidos por alguna tentación, se vuelven a sus comodidades: por eso no aprovechan en la virtud.

Estos nunca llegarán a la verdadera libertad de un corazón puro, ni a la gracia de mi suave familiaridad, si antes no se renuncian enteramente, haciendo cada día el sacrificio de sí mismos, sin lo cual no están ni estarán en la unión con que se goza de Mí.

5. Muchas veces te dije, y ahora te lo repito: niégate a ti mismo, resígnate, y gozarás de grande paz interior.

Dalo todo por el todo: nada busques, nada exijas; permanece pura y confiadamente en Mí, y me poseerás.

Serás libre de corazón, y las tinieblas no te ofuscarán.

En esto debes trabajar, esto suplicar, esto desear: que puedas desprenderte de todo amor propio, y desnudo seguir a Jesús desnudo; morir para ti y vivir para Mí eternamente.

Entonces se desvanecerán todas las vanas ilusiones, las perversas turbaciones y los cuidados superfluos.

Entonces también desaparecerá el excesivo temor, y el amor desordenado morirá.

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