Contra las lenguas maldicientes.

1. Hijo, no te enojes si algunos tuvieren mala opinión de ti y dijeren lo que no quisieras oir.

Debes sentir de ti peores cosas, y tenerte por el mas frágil de todos.

Si te recoges en tu interior, no harás gran caso de palabras que vuelan.

Es gran prudencia callar en tiempo adverso y convertirte a Mí de corazón, sin turbarte por los juicios humanos.

2. No esté tu paz en la boca de los hombres, pues ya piensen bien de ti, ya piensen mal, no serás otro de lo que realmente eres. ¿En dónde están la verdadera paz y la verdadera gloria, sino en Mi?

El que ni desea contentar a los hombres, ni teme desagradarlos, gozara de mucha paz.

Del desordenado amor y del vano temor nacen todo desasosiego del corazón y la distracción de los sentidos.