Tomás de Kempis - Imitación de Cristo

Tomás de Kempis

"Imitación de Cristo"

Libro Tercero:

Biografía de Tomás de Kempis en Wikipedia

 

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Imitación de Cristo

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Libro 3 - Cap 3

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Capítulo III
 

Que las palabras de Dios se deben oir con humildad, y cómo muchos no las consideran como deben.


1. Oye, hijo, mis palabras, palabras suavísimas, que exceden toda la ciencia de los filósofos y sabios de este mundo.

Mis palabras son espíritu y vida, y la humana inteligencia no las puede ponderar.

No se deben traer para vana complacencia, sino oírse en silencio y recibirse con toda humildad y grande afecto.

2. Yo dije: Bienaventurado aquel a quien Tú, Señor, instruyeres, y a quien mostrares tu ley, para que le guardes de los días malos, y no sea desamparado en la tierra.

3. Yo, dice el Señor, enseñé a los Profetas desde el principio, y no ceso de hablar a todos hasta ahora.

Pero muchos son duros y sordos a mi voz.

Oyen con más gusto al mundo que a Dios; y más fácilmente siguen el apetito de su carne que el beneplácito divino.

El mundo promete cosas temporales y pequeñas, y, con todo eso, le sirven con grande ansia: Yo prometo cosas grandes y eternas, y los corazones de los mortales se entorpecen.

¿Quién me sirve y obedece en todo a Mí con tanto cuidado como se sirve al mundo y a sus señores? Avergüénzate, Sidon, dice el mar. Y si preguntas la causa, óyela.

Por un pequeño beneficio van los hombres largo camino y por la vida eterna muchos con dificultad levantan una vez el pie del suelo.

Buscan los hombres viles ganancias; por una miserable cantidad pleitean a veces torpemente: por cosas vanas y por una corta promesa no temen fatigarse de día y de noche.

4. Mas ¡ay, dolor!, que emperezan de fatigarse un poco por un bien inmutable, por un galardón inestimable, por un honor supremo y por una gloria interminable.

Avergüénzate, pues, siervo perezoso y descontentadizo, de que aquellos se hallen más dispuestos para la perdición, que tú para la vida. Alégranse ellos más por la vanidad, que tu por la verdad.

Y eso que algunas veces les miente su esperanza; mientras mis promesas a nadie engañan, ni dejan frustrado al que confía en Mí.

Lo que he prometido daré: lo que he dicho cumpliré, a condición de que se persevere fiel en mi amor hasta el fin.

Yo soy el remunerador de todos los buenos, y el fuerte examinador de todos los devotos.

5. Escribe mis palabras en tu corazón, y medítalas diligentemente; pues te serán muy necesarias en el tiempo de la tentación.

Lo que no entiendes cuando lees, conoceraslo en el da de la visitación.

De dos maneras acostumbro visitar a mis escogidos: por medio de la tentación y por medio del consuelo.

Y dos lecciones les leo cada día: una reprendiendo sus vicios, otra amonestándolos a adelantar en la virtud.

El que tiene mis palabras, y las desprecia, tiene quien lo juzgue en el postrero día.

 

Oración para pedir la gratia de la devoción.

6. Señor Dios mío, Tu eres todo mi bien. ¿Quién soy yo para que me atreva a hablarte?

Yo soy un pobrísimo siervo tuyo, un desechado gusanillo, mucho más pobre y despreciable de lo que sé y oso decir.

Pero acuérdate, Señor, que nada soy, nada tengo, nada valgo.

Tú solo eres bueno, justo y santo: Tú lo puedes todo, lo das todo, lo llenas todo, dejando vacio solamente al pecador.

Acuérdate de tus misericordias, y llena mi corazón de tu gracia; pues no quieres que sean vanas tus obras.

7. ¿Cómo podré sufrirme en esta miserable vida, si no me confortaren tu gracia y tu misericordia?

No me vuelvas el rostro: no dilates tu visita, no me niegues tu consuelo, no sea que mi alma se quede como la tierra sin agua.

Señor, enséñame a hacer tu voluntad; enséñame a estar delante de Ti digna y humildemente.

Pues Tú eres mi sabiduría, que en verdad me conoces, y me conociste antes que el mundo fuese hecho y que yo naciese en el mundo.

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