Tomás de Kempis - Imitación de Cristo

Tomás de Kempis

"Imitación de Cristo"

Libro Primero

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Imitación de Cristo

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Libro 1 - Cap 24

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Capítulo XXIV
 

Del juicio y de las penas de los pecadores.

1. En todas las cosas atiende al fin, y como te presentarás delante de aquel Juez para el cual no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni admite excusas, sino que juzgará según justicia.

¡Oh miserable y necio pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas tus maldades, tu que temes a veces a la vista de un hombre airado?

¿Por qué no te previenes para el día del Juicio, en que nadie podrá ser disculpado ni defendido por otro, sino que cada uno tendrá harto que hacer para sí?

Ahora tu trabajo puede ser fructuoso, tu llanto aceptable, atendibles tus gemidos, tu dolor satisfactorio y purificante.

2. Aquí pasa un grave y saludable purgatorio el hombre sufrido que, recibiendo injurias, se duele mas de la malicia del ofensor que de su propia ofensa: que ruega gustoso por sus enemigos, y perdona de corazón los agravios: que no tiene dificultad en pedir perdón a los que ofende: que se inclina más fácilmente a la misericordia que a la ira; que se hace frecuentemente violencia a sí mismo, y procura sujetar la carne al espíritu.

Mejor es purgar ahora los pecados y extirpar los vicios, que dejar su expiación para lo venidero.

Por cierto nos engañamos a nosotros mismos con nuestro desordenado amor a la carne.

3. ¿Qué es lo que devorara aquel fuego sino tus pecados?

Cuanto más te perdones ahora y sigas las inclinaciones de la carne, tanto más gravemente seras despues castigado, y preparas mayor combustible para la otra vida.

En lo que más haya pecado el hombre, en eso será mas gravemente castigado.

Allí los perezosos serán punzados con ardientes aguijones, y los golosos serán atormentados con grandísimas hambre y sed.

Allí los lujuriosos y amadores de deleites serán bañados con pez ardiente y fétido azufre, y los envidiosos aullarán de dolor como perros rabiosos.

4. No habra vicio que no tenga su propio tormento.

Allí los soberbios estarán llenos de confusión, y los avaros serán oprimidos por la mas dura necesidad.

Allí sera más grave el tormento de una hora, que aqui cien años de rigurosísima penitencia.

Allí no hay sosiego ni consolación para los condenados; más aqui hay algunas veces reposo en los trabajos, y se goza del consuelo de los amigos.

Ten ahora cuidado y dolor de tus pecados, para que en el día del Juicio puedas estar seguro con los bienaventurados.

Pues entonces los justos permanecerán con gran constancia contra los que les angustiaron y oprimieron.

Entonces estará allí para juzgar el que aqui se sujeto humildemente al juicio de los hombres.

Entonces el pobre y el humilde tendrán grande confianza, mas el soberbio por todos lados se estremecerá.

5. Entonces se verá que fue sabio en este mundo el que aprendió a ser loco y menospreciado por Cristo.

Entonces dará placer toda tribuación sufrida con paciencia, y toda maldad cerrará sus labios.

Entonces se alegrarán los devotos, y se entristecerán los irreligiosos.

Entonces se holgará más la carne mortificada, que la que siempre vivió en deleites.

Entonces resplandecerá el vestido despreciable, y parecerá vil el precioso.

Entonces será más celebrado el tugurio del pobre que el dorado palacio.

Entonces será de más utilidad la constante paciencia que todo el poder del mundo.

Entonces será más ensalzada la sencilla obediencia que toda la sagacidad del siglo.

6. Entonces dará más alegría la conciencia pura y recta que la docta filosofía.

Entonces será de más valor el desprecio de las riquezas que todos los tesoros de la tierra.

Entonces te servirá de más consuelo haber orado con devoción, que el haber comido delicadamente.

Entonces te alegrarás más de haber guardado silencio, que del mucho hablar.

Entonces te aprovecharán más las obras santas que las muchas palabras floridas.

Entonces agradará más la vida estrecha y la rigurosa penitencia, que todos los deleites terrenos.

Aprende, pues, ahora a padecer un poco para que puedas entonces librarte de penas más graves.

Prueba aquí primero lo que podrás después.

Si ahora no puedes sufrir un poco, ¿cómo podrás sufrir después los tormentos eternos?

Si ahora una pequeña penalidad te hace tan impaciente, ¿qué será después en el infierno?

No puedes en verdad tener dos goces: deleitarte en este mundo, y reinar después con Cristo.

7. Si hasta ahora hubieses vivido en medio de honores y deleites, ¿qué te aprovecharía todo lo pasado si te sorprendiese en este instante la muerte?

Pues todo es vanidad, menos amar a Dios y servirle a Él solo.

Porque los que aman a Dios de todo corazón, no temen la muerte, ni el tormento, ni el juicio, ni el infierno; pues el amor perfecto hace seguro el acceso a Dios.

Mas quien aun se deleita en pecar, no es maravilla que tema la muerte y el juicio.

Bueno es, no obstante, que si el amor no basta a separarnos del mal, por lo menos el temor del infierno nos refrene.

Pero el que pospone el temor de Dios, no puede durar mucho tiempo en el bien, sino que caerá muy presto en los lazos del demonio.

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