Libro Primero |
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Biografía de Tomás de Kempis en Wikipedia | |
Imitación de Cristo |
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Capítulo VII | ||
De cómo se ha de huir la vana esperanza y la soberbia. 1. Vano es el que pone su esperanza en los hombres o en otras criaturas. No te avergüences de servir a otros por amor de Jesucristo, ni de parecer pobre en este mundo. No confies en ti mismo, sino pon tu esperanza en Dios. Haz cuanto esté de tu parte, y Dios ayudará tu buena voluntad. No confíes en tu ciencia, ni en la sagacidad de ningún viviente, sino en la gracia de Dios, que ayuda a los humildes y abate a los presumidos. 2. Si tienes riquezas, no te gloríes en ellas, ni en los amigos, aunque sean poderosos; sino en Dios, que todo lo da y que, sobre todo, quiere darse a Sí mismo. No te envanezcas por la gallardía o hermosura del cuerpo, que a la más leve enfermedad se corrompe y afea. No te engrías de tu habilidad o ingenio, no sea que desagrades a Dios, de quien son todas las prendas naturales que tuvieres. 3. No te tengas por mejor que otros, para que tal vez no seas reputado por peor delante de Dios, que sabe lo que hay en el hombre. No te ensoberbezcas de tus buenas obras, porque los juicios de Dios son muy distintos de los juicios de los hombres; y muchas veces desagrada a Dios lo que a los hombres agrada. Si algo bueno hay en ti, piensa que son mejores los otros, para que así conserves la humildad. El ponerte debajo de todos no te causará daño alguno; mas podrá dañarte mucho si te antepones a uno solo. El humilde goza de continua paz; mas en el corazón del soberbio reinan comúnmente la envidia y la ira. |
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