Ya sentado a su mesita
Basilio para cenar,
en su cuarto, sin llamar,
entrósele una visita.
Era una bella señora
la que invadió el domicilio,
diciendo : —Yo soy, Basilio,
una sabia encantadora.
Sé que no eres haragán,
y es escasa tu fortuna:
por tu bien, me has de dar una
rebanadita de pan.
Una onza tan sólo quiero,
y otra pediré mañana:
préstelas de buena gana
el honrado jornalero.
—Nada me sobra, en verdad;
una hija tengo y un hijo
y mujer —el hombre dijo—,
mas no le hace: bien, tomad.
Y con buen tallante y fe
la rebanada partió
Basilio ; la recibió
la encantadora y se fue.
La esperaba con ahinco
Basilio al siguiente día:
volvió la señora mía
trescientos sesenta y cinco.
Y era en la pobre morada
grande el júbilo y contento
de todos, en el momento
de ofrecer la rebanada.
Cumplido el año, tornó
la mágica pedigüeña
con la cara más risueña
que en el año se le vio;
y de un elegante escriño
roscas empezó a sacar
y en los brazos a ensartar
a padres, a niña y niño;
y díjoles: —Os presento
junto el pan que recibí
de vosotros; eso sí,
viene con algún aumento.
No es magnífico el socorro,
pero él os hace merced;
esta lección aprended
de 5a maga del ahorro.
Según deis, os volverá
beneficio, grande o chico:
la receta de ser rico
en vuestras manos está.
¿Queréis feliz situación
para los días de anciano?
Sed hormigas en verano,
como enseña Salomón.
Escrita con motivo de la inauguración del nuevo edificio destinado a Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Madrid en el año de 1875. |