Cuando vi sacar aquel cadáver del agua, grité:
-Ese soy yo... Yo.
Todos me miraron asombrados, pero yo continué: "Ese soy yo... Ese es mi reloj de pulsera con un brazalete extensible... Soy yo".
-¡Soy yo!... ¡Soy yo! -les gritaba y no me hacían caso, porque no comprendían cómo yo podía ser el que había traído el río ahogado aquella mañana. |