Jamás el puro espejo de tu conciencia sana
empañes con la mancha de deshonrosa acción;
jamás con las miserias de la maldad liviana
desmientas tu cristiana y honrada educación.
Jamás en el combate del bien y la impureza
sucumba deshonrado tu noble corazón,
ni al tentador halago de terrenal riqueza,
ni al miserable impulso de material pasión.
La honradez es tesoro tan verdadero,
que no lo compra el oro del mundo entero,
pues la mayor riqueza de la existencia
es la santa pureza de la conciencia.
El que la haya manchado de lodo inmundo,
un hombre despreciado será en el mundo,
y el que la haya perdido, será ante el Cielo
réprobo maldecido más que en el suelo.
No extrañes que no premien
en la existencia
los sentimientos puros
de tu conciencia.
¡El hombre honrado
por el Juez de los jueces
será premiado! |