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Leandro Fernández de Moratín

"Elegía a las musas"

Biografía de Leandro Fernández de Moratín en Wikipedia

 
 
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Música: Godowsky - Mélodie méditative Op. 15 no. 1 
 
Elegía a las musas
     

Esta corona, adorno de mi frente,
 esta sonante lira y flautas de oro
 y máscaras alegres, que algún día
 me disteis, sacras Musas, de mis manos
 trémulas recibid, el canto acabe,
 que filera osado intento repetirle.
 He visto ya cómo la edad ligera,
 apresurando a no volver las horas,
 robó con ellas su vigor al numen.
 Sé que negáis vuestro favor divino
 a la cansada senectud, y en vano
  filera implorarle; pero en tanto, bellas
 ninfas, del verde Pindo habitadoras,
 no me neguéis que os agradezca humilde
 los bienes que os debí. Si pude un día,
 no indigno sucesor de nombre ilustre,
 dilatarle famoso, a vos file dado
 llevar al fin mi atrevimiento. Solo
 pudo bastar vuestro amoroso anhelo
 a prestarme constancia en los afanes
 que turbaron mi paz, cuando insolente,
 vano saber, enconos y venganzas
 codicia y ambición la patria mía
 abandonaron a civil discordia.
 Yo vi del polvo levantarse audaces
 a dominar y perecer tiranos,
 atropellarse efímeras las leyes
 y llamarse virtudes los delitos.
 Vi las fraternas armas nuestros muros
 bañar en sangre nuestra, combatirse
  vencido y vencedor, hijos de España,
  y el trono desplomándose al vendido
  ímpetu popular, De las arenas
 que el mar sacude en la fenicia Gades
 a las que el Tajo lusitano envuelve
 en oro y conchas, uno y otro imperio,
 iras, desorden esparciendo y luto,
 comunicarse el fimeral estrago.
 Así cuando en Sicilia el Etna ronco
 revienta incendios, su bifronte cima
  cubre el Vesubio en humo denso y llamas,
 turba el Averno sus calladas ondas;
 y allá del Tibre en la ribera etrusca
 se estremece la cúpula soberbia,
 que da sepulcro al sucesor de Cristo.
 ¿Quién pudo en tanto horror mover el plectro?
 ¿Quién dar al verso acordes armonías,
 oyendo resonar grito de muerte?
 Tronó la tempestad; bramó iracundo
 el huracán, y arrebató a los campos
 sus frutos, su matiz; la rica pompa
 destrozó de los árboles sombríos;
 todas huyeron tímidas las aves
 del blando nido, en el espanto mudas:
 no más trinos de amor. Así agitaron
 los tardos años mi existencia, y pudo
 solo en región extraña el oprimido
 ánimo hallar dulce descanso y vida.
 breve será, que ya la tumba aguarda
 y sus mármoles abre a recibirme;
 ya los voy a ocupar…Si no es eterno
 el rigor de los hados, y reservan
 a mi patria infeliz mayor ventura,
 dénsela presto, y mi postrer suspiro
 será por ella… Prevenid en tanto
 flébiles tonos, enlazad coronas
 de ciprés fimeral, Musas celestes;
 y donde a las del mar sus aguas mezcla
 el Garona opulento, en silencioso
 bosque de lauros y menudos mirtos,
 ocultad entre flores mis cenizas.

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