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Concha Espina

"La monitora"

Biografía de Concha Espina en Wikipedia

 
 
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Música: Albeniz - Espana - No. 6 - Zortzico
 
La monitora
 

A pasos menudos y ligeros llega la niña corriendo a su casa, y muy gozosa grita a su madre desde la puerta:

 — ¡Mamá, ya ero "monitora"!...

‎Viene del colegio esta rapazuela; viene de una gran sala de párvulos que hay en el fondo de un jardín umbroso, limitado por una verja, en el corazón de la villa.
 
‎La hermana, paciente y amable, que agita en este salón las alas de su toca, ha puesto a la chiquitina un distintivo honroso y codiciado — acaso una medalla luciente, acaso una banda de seda —, y en premio a alguna hazaña de quietud o de sumisión, la ha proclamado, solemnemente, "monitora"...
 
‎En honor de estas señoritas diminutas que cumplen sus deberes de colegialas con encantadora formalidad, las buenas hermanas han convertido en femenino el género de aquellos nombres, ahora desusados, con que los tribunos de Roma distinguían a sus acompañantes y consejeros.
 
‎Y esta muñeca de cuatro años, que con la carita radiante, con el acento conmovido, se ha presentado en su casa, orgullosa de su triunfo, no es, pues, una niña cualquiera, no es una presumida "de tres al cuarto", ni una enredadora "del montón", es ¡una "monitora"!
 
‎La noticia del honor merecido por la pequeña ha sido transmitida al resto de la familia con la debida solemnidad, y en la mesa se ha celebrado este primer triunfo de una vida inocente, tierno capullo de mujer; porque ha tenido la madre un gran empeño, una gran complacencia en dar importancia a la concesión de aquel título; quiere que la nena no olvide nunca el primordial homenaje de su vida, logrado por la asiduidad y la sumisión.
 
‎Ella puede ser con el tiempo ornato de un paseo, reina de una sala, novia en una boda...; pero nunca le será concedido tan graciosamente ni con tan sugestiva simplicidad, un galardón semejante a este de "monitora" que acaba de recibir. Jamás ningún otro premio brillante y ostentoso tendrá para la madre el encanto de este ínfimo, chiquitín al parecer. ¡Premio y niña son de la madre por completo, única y totalmente! Medalla, banda y chiquilla, todo junto lo estrecha en sus brazos codiciosos, sin rivalidades y sin esfuerzo.... Mañana, la corona de la reina, el velo de la novia...¡no serán prendas suyas! ¡El tierno capullo convertido en rosa, habrá sido arrancado de la tierra donde la madre le cultiva de hinojos con lágrimas y besos! Y hoy que, prevenida por el dolor, abre los ojos sobre un mundo de memorias, quiere celebrar con inusitada fiesta el éxito de la niña.
 
‎Es preciso que, aprovechando el asueto de este jueves por la tarde, la "monitora" reciba, en el mirador alegre y espacioso, a unas niñas pobres del barrio, en obsequio de las cuales corran un inminente peligro los más guardados juguetes, y sea presentada, a la hora de la merienda, una hermosa bandeja de dulces.
 
‎Y cuando, cansada de jugar y de reír, la niña se duerma dentro del barandaje de su camita torneada, irá la madre a recoger, blandamente, en el santo pechito, las insignias honrosas; sobre la seda de la cinta, sobre las reverberaciones de la medalla, soñará un largo rato abismándose en recuerdos, y después de poner una fervorosa oración encima de esta medalla y de esta cinta, irá a guardarlas dentro de una caja olorosa, en la cual palidecen unas cartas de amor, revueltas con unas flores mustias.

‎Entretanto, la "monitora" soñará apaciblemente con la duración de todas las venturas humanas...

 

 

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