Molidos de la jornada
y con hambre, aunque risueños,
dos estudiantes róndenos
llegaron a una posada.
Comenzaba a anochecer
y entrambos, sin vacilar,
acercáronse al hogar
decididos a comer.
Ligera cual una ardilla
rubia moza les previno,
con un buen jarro de vino,
salchichón, pan y tortilla,
que devoraron los dos
sin tener que repetir,
yéndose luego a dormir
en paz y en gracia de Dios.
A la mañana siguiente,
rayando apenas el día,
del ventero en compañía
tomaron el aguardiente;
y a seguida de pagar
los caballos dispusieron,
y alegres como vinieron
se volvieron a marchar.
No será el cuento profundo
ni por él pido mercedes ;
pero ¿no lo hallan ustedes
lo más natural del mundo? |