Este era un hombre que tenía un pollito y lo mandó un día a traer la mazorquita del Rey de Oro. Y se marchó el pollito adelante, adelante. En el camino se encontró un montón de piedras y le dice:
-Amigo montón de piedras, ¿te quieres venir conmigo?
-Y ¿dónde me llevas?
-Métete en mi culito, que yo atrancaré con mi palillito.
Y sigue el pollito, adelante adelante, y se encuentra con una zorra y le dice:
-Amiga zorra, ¿te quieres venir conmigo?
-Y ¿dónde me llevas?
-Métete en mi culito, que yo atrancaré con mi palillito.
Y sigue el pollito adelante adelante, llega al río y le dice:
-Amigo río, ¿te quieres venir conmigo?
-Y ¿dónde me llevas?
-Métete en mi culito, que yo atrancaré con mi palillito. Conque ya llega el pollito al palacio del Rey de Oro, y va y monta al tejado y canta.
-¡Quiquiriquí!
¡La mazorquita del Rey de Oro la quiero aquí!
Entonces le dice el Rey a su criado:
-Anda y ve al tejado y coge aquel pollo y lo echas al pozo.
Sale el criado, coge al pollito y ¡cataplum!, lo echa al pozo. El pollito, que se ve en el pozo muy abajo y oscuro, dice:
-Amigo montón de piedra, salga usted.
Y sale el montón de piedra, y plim, plim plim, y llena el pozo. Muy derechito, el pollito sale de un vuelo. Se monta otra vez al tejado del palacio y vuelve a cantar:
-¡Quiquiriquí!
¡La mazorquita del Rey de Oro la quiero aquí!
Dice el Rey a su criado:
-Anda a ver qué ha pasado en el pozo.
Va el mozo, vuelve y le dice al Rey:
-Magestá, está todo lleno de piedras.
-Anda, ve, coge al pollito y échalo al corral con los gallos ingleses, ésos que se pelean mucho.
Fue el criado, cogió al pollito, lo metió en el corral de los gallos ingleses. Y los gallos comenzaron a picotearlo. Y cuando ya estaba muy picoteado por los gallos ingleses, dice el pollito:
-Amiga zorra, salga usted.
Salió la zorra rabiando y se comió a todos los gallos en un momento. Y por lo alto del corral se escapó.
Vuelve el pollito al tejado cantando.
-¡Quiquiriquí!
¡La mazorquita del Rey de Oro la quiero aquí!
Sale el Rey y dice al criado:
-Anda, a ver qué pasa en el corral.
Va y vuelve el criado diciendo:
-Magestá, en el corral no hay ni plumas, ni gallos ingleses, ni oste ni moste.
Y oyen cantar al pollito...
-¡Quiquiriquí!
¡La mazorquita del Rey de Oro la quiero aquí!
El Rey, que muy nervioso dice:
-Anda y le coges, y le echas al horno.
El criado coge al pollito y ¡hala, al horno!
Cuando ya estaba el pobre medio quemado dice:
-Amigo río, salga usted.
Salió el río, y apagó el horno.
Y se va el pollito medio quemado, monta al tejado otra vez y canta:
-¡Quiquiriquí!
¡La mazorquita del Rey de Oro la quiero aquí!
Conque sale el Rey muy enfadado y dice a su criado:
-Anda, a ver qué ha hecho el pollito en el horno.
-Magestá, el horno está apagado.
-Pues coge el pollito -dice muy enfadado- y me lo guisas con perejil.
Pues que el criado guisó al pollito entero con perejil y se lo llevó al Rey. Y así que enterito se lo tragó con perejil, así enterito salió sin perejil. Y subió otra vez medio guisado, hecho una calamidad, al tejado y cantó:
-¡Quiquiriquí!
En la barriga del Rey caí
y entero salí sin perejil.
-¡Quiquiriquí!
¡La mazorquita del Rey de Oro la quiero aquí!
Y el Rey, entre colorado de rabia, y aburrido del pollito, gritó a su criado:
-¡Anda ya, dale la mazorquita de oro al pollito quiquiriquí!
Y el pollito, muy contento y peladito, se llevó la mazorquita de oro.
Y se acabó el cuento con pan y pimiento
y rábano asao pa'el que ha escuchao. |