Capítulo 6
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Biografía de Carlo Collodi en AlbaLearning | |
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Música: Galuppi - Keyboard Sonata no.2 in C major, II. Andantino" |
Las aventuras de Pinocho |
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Pinocho se duerme junto al brasero, y al despertarse a la mañana siguiente se encuentra con los pies carbonizados. Hacía una noche infernal: tronaba horriblemente y relampagueaba como si todo el cielo fuese de fuego; un ventarrón frío y huracanado silbaba sin cesar, levantando nubes de polvo y zarandeando todos los árboles de la campiña. Pinocho tenía mucho miedo de los truenos y de los relámpagos; pero era más fuerte el hambre que el miedo. Salió a la puerta de la casa sin vacilar, y turnando carrera, llegó en un centenar de saltos a las casas vecinas, sin aliento y con la lengua fuera como un perro de caza. Pero lo encontró todo desierto y en la más profunda oscuridad. Las tiendas estaban ya cerradas; las puertas y ventanas, también cerradas, y por las calles ni siquiera andaban perros. Aquello parecía el país de los muertos. Entonces Pinocho, desesperado y hambriento, se colgó de la campanilla de una casa y empezó a tocar a arrebato, diciéndose: --¡Alguien se asomará! En efecto: se asomó un viejo, cubierta la cabeza con un gorro de dormir y gritando muy enfadado: --¿Quién llama a estas horas? --¿Quisiera usted hacerme el favor de darme un pedazo de pan? --¡Espérate ahí que vuelvo en seguida!-- respondió el viejo, creyendo que se trataba de alguno de esos muchachos traviesos que se divierten llamando a deshora en las casas para no dejar en paz a la gente que está durmiendo tranquilamente. Medio minuto después se abrió la ventana de nuevo, y se asomo el mismo viejo, que dijo a Pinocho: --¡Acércate y pon la gorra! Pinocho, no podía poner gorra alguna, porque no la tenía: se acercó a la pared, y sintió que en aquel momento le caía encima un gran cubo de agua, que lo puso hecho una sopa de pies a cabeza. Volvió a su casa mojado como un pollo y abatido por el cansancio y el hambre, y como no tenía fuerzas para estar de pie, se sentó y apoyó los pies mojados y llenos de barro en el brasero, que por cierto tenía una buena lumbre. Quedóse dormido, y sin darse cuenta metió en la lumbre ambos pies, que, como eran de madera, empezaron a quemarse, hasta que se convirtieron en ceniza. Mientras tanto Pinocho seguía durmiendo y roncando como si aquellos pies no fueran suyos. Por último, se despertó al ser de día, porque habían llamado a la puerta. --¿Quién es?-- preguntó bostezando y restregándose los ojos. --¡Soy yo!-- respondió una voz. Aquella voz era la de Gepeto. |
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