En un corsé de cálidas entrañas
duerme una estrella, pasionaria o rosa;
y allí, la casta Esther, la misteriosa
Cleopatra y otras cien reinas extrañas
de fieros gestos e indecibles mañas
anidan entre hiedra rumorosa.
Allí, hierve el rubí que no reposa,
pulsan sus arpas mélicas arañas.
Allí, en el cáliz de la noche humbría,
sus perlas vierte el ruiseñor oscuro.
Allí, sestea el fiel león del día.
En su escondido sésamo seguro
custodia el grifo de la fantasía
de hirviente manantial el fuego puro.
Del libro "A la orilla de un pozo"
Publicado en “Caballo verde para la poesía" Num. 4. Ene. 1936 |