|
|
Biografía de Miguel de Cervantes Saavedra en Albalearning |
|
[ Descargar archivo mp3 ] 13:28 | ||||
La gitanilla |
<< | Índice | >> |
(Sección 2)
Acabaron el baile y el canto, y mudaron lugar; y en esto llegó un paje muy bien aderezado a Preciosa, y, dándole un papel doblado, le dijo: Preciosica, canta el romance que aquí va, porque es muy bueno, y yo te daré otros de cuando en cuando, con que cobres fama de la mejor romancera del mundo. Eso aprenderé yo de muy buena gana respondió Preciosa; y mire, señor, que no me deje de dar los romances que dice, con tal condición que sean honestos; y si quisiere que se los pague, concertémonos por docenas, y docena cantada y docena pagada; porque pensar que le tengo de pagar adelantado es pensar lo imposible. Para papel, siquiera, que me dé la señora Preciosica dijo el paje, estaré contento; y más, que el romance que no saliere bueno y honesto, no ha de entrar en cuenta. A la mía quede el escogerlos respondió Preciosa. Y con esto, se fueron la calle adelante, y desde una reja llamaron unos caballeros a las gitanas. Asomóse Preciosa a la reja, que era baja, y vio en una sala muy bien aderezada y muy fresca muchos caballeros que, unos paseándose y otros jugando a diversos juegos, se entretenían. ¿Quiérenme dar barato, cenores? dijo Preciosa (que, como gitana, hablaba ceceoso, y esto es artificio en ellas, que no naturaleza). A la voz de Preciosa y a su rostro, dejaron los que jugaban el juego y el paseo los paseantes; y los unos y los otros acudieron a la reja por verla, que ya tenían noticia della, y dijeron: Entren, entren las gitanillas, que aquí les daremos barato. Caro sería ello respondió Preciosa si nos pellizcacen. No, a fe de caballeros respondió uno; bien puedes entrar, niña, segura, que nadie te tocará a la vira de tu zapato; no, por el hábito que traigo en el pecho. Y púsose la mano sobre uno de Calatrava. Si tú quieres entrar, Preciosa dijo una de las tres gitanillas que iban con ella, entra en hora buena; que yo no pienso entrar adonde hay tantos hombres. Mira, Cristina respondió Preciosa: de lo que te has de guardar es de un hombre solo y a solas, y no de tantos juntos; porque antes el ser muchos quita el miedo y el recelo de ser ofendidas. Advierte, Cristinica, y está cierta de una cosa: que la mujer que se determina a ser honrada, entre un ejército de soldados lo puede ser. Verdad es que es bueno huir de las ocasiones, pero han de ser de las secretas y no de las públicas. Entremos, Preciosa dijo Cristina, que tú sabes más que un sabio. Animólas la gitana vieja, y entraron; y apenas hubo entrado Preciosa, cuando el caballero del hábito vio el papel que traía en el seno, y llegándose a ella se le tomó, y dijo Preciosa: ¡Y no me le tome, señor, que es un romance que me acaban de dar ahora, que aún no le he leído! Y ¿sabes tú leer, hija? dijo uno. Y escribir respondió la vieja; que a mi nieta hela criado yo como si fuera hija de un letrado. Abrió el caballero el papel y vio que venía dentro dél un escudo de oro, y dijo: En verdad, Preciosa, que trae esta carta el porte dentro; toma este escudo que en el romance viene. ¡Basta! dijo Preciosa, que me ha tratado de pobre el poeta, pues cierto que es más milagro darme a mí un poeta un escudo que yo recebirle; si con esta añadidura han de venir sus romances, traslade todo el Romancero general y envíemelos uno a uno, que yo les tentaré el pulso, y si vinieren duros, seré yo blanda en recebillos. Admirados quedaron los que oían a la gitanica, así de su discreción como del donaire con que hablaba. Lea, señor dijo ella, y lea alto; veremos si es tan discreto ese poeta como es liberal. Y el caballero leyó así: Gitanica, que de hermosa En "pobre" acaba el último verso dijo a esta sazón Preciosa: ¡mala señal¡ Nunca los enamorados han de decir que son pobres, porque a los principios, a mi parecer, la pobreza es muy enemiga del amor. ¿Quién te enseña eso, rapaza? dijo uno. ¿Quién me lo ha de enseñar? respondió Preciosa. ¿No tengo yo mi alma en mi cuerpo? ¿No tengo ya quince años? Y no soy manca, ni renca, ni estropeada del entendimiento. Los ingenios de las gitanas van por otro norte que los de las demás gentes: siempre se adelantan a sus años; no hay gitano necio, ni gitana lerda; que, como el sustentar su vida consiste en ser agudos, astutos y embusteros, despabilan el ingenio a cada paso, y no dejan que críe moho en ninguna manera. ¿Veen estas muchachas, mis compañeras, que están callando y parecen bobas? Pues éntrenles el dedo en la boca y tiéntenlas las cordales, y verán lo que verán. No hay muchacha de doce que no sepa lo que de veinte y cinco, porque tienen por maestros y preceptores al diablo y al uso, que les enseña en una hora lo que habían de aprender en un año. Con esto que la gitanilla decía, tenía suspensos a los oyentes, y los que jugaban le dieron barato, y aun los que no jugaban. Cogió la hucha de la vieja treinta reales, y más rica y más alegre que una Pascua de Flores, antecogió sus corderas y fuese en casa del señor teniente, quedando que otro día volvería con su manada a dar contento aquellos tan liberales señores. |
||
<< | Índice Obra | >> |
|