Un mal pintor compró una
mala casa, y muy contento,
un mal amigo llevó
a enseñarla; lo primero
fue un mal aposento y dijo
:
—¿Veis este mal aposento?
Pues dejádmele blanquear,
y que yo le pinte luego
de mi mano todo él,
las paredes y los techos,
y veréis qué bueno queda.
A que el amigo, risueño
dijo : —¡ Bueno quedará !,
mas si le pintáis primero,
y le blanqueáis después,
quedará mucho más bueno.
(Los dos amantes del cielo, jornada 1ª
, escena IV) |