A cuatro o cinco chiquillos
daba de comer su padre
cada día; y como eran
tantas porciones iguales,
un día se olvidó de uno.
El, por no pedir (que es grave
desacato de los niños),
estábase muerto de hambre.
Un gato maullaba entonces,
y dijo el chiquillo : —¡ Zape
!
¿ De qué me pides los huesos,
si aún no me han dado la carne?
(El pintor de su deshonra, jornada 3ª
, escena XXI) |