Nicanor Bolet Peraza en AlbaLearning

Nicanor Bolet Peraza

"Silencio"

Biografía de Nicanor Bolet en Wikipedia

 
 
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Música: Chopin - Op.34 no.2, Waltz in A minor
 
Silencio
 

Hijo mudo de la soledad y del misterio, tú eres el esposo esperado de la noche, el amigo ansiado de los que padecen, de los que no están contentos ni del mundo ni de la suerte.

Contigo vienen los recuerdos como un desfile de espectros que han dejado sus mortajas y visten de azul y rosa. Cada uno que pasa nos dice al oído un hechizo ó pone en nuestros labios un beso.

Tu solemne calma es la pausa de todas las ajenas voces que llenan de ansiedad y de hastío la vida. Eres como la barra de prolongada aspiración, colocada en el compás de la borrascosa mundanal sinfonía, para que nuestro espíritu se cante a sí mismo el solo melódico de sus memorias.

Tú eres solemne como la muerte. Para que tú aparezcas, todo ha de callar: el hombre en su lecho, el ave en su nido, la música en la inerte materia. Pero en el fondo de nuestra alma vibran cantos sin eco, y oímos frases deliciosas y gritos de dicha que tú apagas dulcemente con tu sordina de misterios.

Tú eres quien aporta los peregrinos materiales con que fabricamos, de arquitectura varia, imposible, los nobles castillos fantásticos; ahondando el aire paracimentarlos, y apartando las nubes para que se eleven más y más sus almenas y sus torres. Tú traes el oro y el nácar para sus muros, el cristal de roca para sus techos, la plata y el marfil para sus puertas, las piezas enteras de la púrpura del crepúsculo para sus salones, los encajes de espumas marinas para el lecho de la castellana ideal, y tú la traes a ella también, formada de un rayo de la luna, altiva y hermosa, con su alba veste sembrada de estrellas, y los breves pies calzados de las luminosas lentejuelas de la vía láctea.

¿Por qué te vas, oh amigo piadoso, al despuntar del alba? ¿No ves que va a huir la amada; que va a desplomarse el palacio, y que va a despertar mi espíritu?

El primer pájaro que cante al sol, el primer barquero que entone su himno a la onda, el primer obrero que arranque su quejido al yunque, el primer niño que prorrumpa en el llanto perpetuo de la vida, me volverá al suplicio brutal de la realidad.

Quiero soñar en tu seno, ¡oh hijo de la siledad y del misterio!

No te alejes de aquellos que en ti buscan su consuelo. Que te huya el remordimiento, medroso de la soledad y de la sombra. Que te odie el poderoso, para quien las voces humanas son lisonjas en loor suyo, y las escucha como una harmonía embriagadora.

Contigo se van mis recuerdos, la rosada mitad de mi existencia, que es la que mantiene de pie a esta otra mitad de ella, descolorida y ruinosa.

Volverán los ruidos; la faena universal tornará a su diario estruendo, y yo volveré a echarme al hombro mi pedazo de roca, despeñado ayer junto conmigo, al pie de la montaña.

Nueva York.

Publicado en "Almanaque sud-americano" 1898

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