Y eres tú la que en dulce estrecho lazo
ventura inagotable me ofrecías?..
Tú, la que el santo juramento hacías,
de no dar á mi amor tregua ni plazo?...
Oh! Te cansaste ya!... Del vil regazo,
dó hallaron luz las esperanzas mias,
la pura fé, que pérfida mentías,
lanzó de Judas el infame abrazo.
No esperes mi perdón!... Llama de infierno
impía derramaste en mis entrañas,
que me devora con dolor eterno!
Y aunque en llanto falaz, el rostro bañas,
no esperes, no, que me conmueva tierno:
si una vez me engañaste, hoy no me engañas! |