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Alberto Leduc

"Los tres reyes"

Para mamá en el cielo: Cuentos de navidad

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Los tres reyes
 

A BERNARDO COUTO (jr.)

Carolina X... murió en una celda del hospital de locas; Juan Reyes, su marido, se congestionó con alcohol en el patio de una comisaría, y sus tres hijos quedaron abandonados y sin amparo en el fondo de un cuarto húmedo de tercer patio.

Luisa, María y Manuel, que estos eran los nombres de pila de los tres Reyes, tenían sucesivamente: la primera, quince años; la segunda, trece, y el tercero diez, que cumplía el 24 de Diciembre.

Carolina, como se ha dicho, murió demente dos años antes que Juan, su esposo, se embriagara por la vez postrera; pero ya desde en vida de Carolina y Juan, los tres Reyes salían, instigados por su padre, a limosnear a través de las calles de esta ciudad.

Los tres Reyes tenían rubios los cabellos, como Carolina, y muy negros y hundidos los ojos como Juan.

Cuando salían a limosnear, Luisa caminaba entre María y Manuel; cuando caminaban se entreabrían los harapos con que Luisa cubría en cuerpo y se miraban sus muslos blancos y delicados de mendiga virgen.

Algunas veces los tres Reyes iban a visitar a la esposa del clubman C... y de allí salían transformados y lujosamente grotescos.

Manuel, con la mitad superior de un frac viejo del clubman, se envolvía el busto y perdía sus manos en las anchísimas mangas.

Luisa se abrigaba hasta los muslos con una matinée usadísima de la señora filantrópica, que también era alta y gruesa; y María ocultaba todo su cuerpo, desde el cuello hasta los pies, en un caracol agujereado, ex propiedad de la misma dama.

Algunos meses después de la muerte de Juan Reyes, Luisa se vió constantemente perseguida y solicitada por Concepción. Esta Concepción habitaba un zaquizamí cerca del cementerio de Santa Paula; allí amontonaba diariamente las basuras y paneles viejos que juntaba en sus correrías a las casas de comercio; y por la noche, después de amontonar su mercancía, iba a visitar a la niña Carlotita. La niña Carlotita llevaba sesenta años de vida en este planeta sublunar, de los cuales quince se habían pasado agitadísimos bajo la férula paternal del cochero que la vió nacer; durante veinte vendió su cuerpo, y los veinte restantes los había empleado traficando con la carne femenina de jóvenes vencidas por la vida.

Así, pues, Concepción la trapera, a instancias de la niña Carlotita, perseguía a Luisa Reyes, y le ofreció diez pesos porque aceptara ir a vivir a la casa de la niña. Luisa aceptó, dejando a María y a Manuel herederos universales de su profesión de mendigos y de sus relaciones con la esposa obesa del clubman.

Desde que Luisa aceptó ¡a protección de la niña Carlotita, se propuso también buscar protectora para María; pero hubo que esperar algunos años, teniendo en cuenta su cortísima edad, aun cuando al decir de Carlotita, no era obstáculo la edad; así fue que, un año después de Luisa, María ingresó también en las filas de las niñas reclutadas.

Manuel, encontrándose desamparado, vivió algunos meses sacando pañuelos y después relojes, hasta que un policía lo atrapó en la Plaza de Armas un día 24 de Diciembre, que Manuel cumplió doce años.

Esa Nochebuena la pasó Manuel Reyes en la comisaría; las otras posteriores a esa las ha pasado en el departamento de pericos en la cárcel de Belén, pues Manuel está encausado por homicidio cometido en la prisión.

Y de esa manera viven los tres Reyes en esta ciudad: Luisa y María esperando el hospital, y Manuel esperando el jurado que ha de condenarlo, seguramente, a la pena capital, o por lo menos, a veinte años de prisión.

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Cuentos de Navidad