El sol cae con fuerza sobre la ciudad
Es verano. La gente camina por la calle principal sin prisa, deteniéndose en los escaparates y buscando, al mismo tiempo, el alivio que produce el mantenerse en la sombra que proyectan los toldos. A veces, la suerte acompaña y un aire fresco inunda al paseante cuando la puerta del local se abre y deja escapar esa mezcla de música y voces que invitan a entrar.
Carlos había vuelto a la ciudad. Su ciudad. La que lo vió nacer allá por los años 50. En la que había vivido sus primeras experiencias amorosas. En la que se había sentido vivo, sí, VIVO con mayúsculas... porque lo que había hecho después no era vivir, sino vegetar.
¡Cuántos recuerdos! ¡Cuántos proyectos incumplidos! ¡Cuántas miradas furtivas se perdieron sin encontrar esos mares tranquilos, y a veces en furiosa tormenta, que eran sus ojos! ¡Cuántas veces había soñado que volvía y que todo lo vivido había sido solo una pesadilla...!
Carlos miraba el escaparate de la librería. Decidió entrar y perderse hojeando los volúmenes que se mostraban en las estanterías. Una canción de los Beatles sonaba con fuerza, inundando la sala con "Please Mr Postman".
"Oh yes, wait just a minute mister postman
Wait, wait mister postman..."
De nuevo los recuerdos vinieron a su mente y la pregunta que se había estado haciendo durante los pasados treinta años le martilleaba el cerebro: ¿Por qué María no lo había esperado? ¿Por qué María no había contestado sus cartas jamás?
Carlos y María se amaban locamente. Se habían amado desde la niñez, en silencio, discretamente. Nadie lo sabía, sólo ellos. Aún recuerda la cara de su madre cuando le dijo que, al volver de la mili, se casaría con ella.
-"¡Eso no puede ser hijo!", dijo la madre.
-"¿Por qué dices eso madre? María es la mujer de mi vida y me casaré con ella, te guste o no, cuando vuelva".
No dije nada a María acerca de la conversación mantenida con mi madre. Cuando llegó el momento de incorporarme al ejército la dejé llorando. Desconsolada y con voz suplicante me dijo: "Carlos, te esperaré.¡Escríbeme! No te olvides de escribirme..."
Y nos fundimos en un beso cuyo sabor inundó mi cuerpo y permaneció en mi mente para siempre.
Y escribí. Y volví a escribir. No obtuve respuesta alguna. Me impacienté. Volví a escribir... esta vez a mi madre pidiéndole que me diera noticias de María.
La carta de mi madre llegó a vuelta de correo. Decía : "María se ha casado. Olvídate de ella".
Fue mi muerte en vida. Nada más tenía sentido.
Al terminar la mili no volví a casa. Me embarqué y estuve huyendo de mis recuerdos hasta ahora. Estoy viejo, me siento viejo y quise volver a la ciudad, mi ciudad, para enfrentarme con el pasado.
La canción seguía sonando...
"There must be some mail today
From my girlfriend so far away
Please mister postman look and see
If there's a letter, a letter for me..."
Mi madre trabajaba en Correos por aquella época. A veces me llevaba con ella y me gustaba oler las cartas, cartas de amor, cartas perfumadas. Fantaseaba imaginando a las mujeres que las escribían.
Pero la mía nunca llegó. Miles de veces esperé que el cartero me trajese la carta de mi amada María... pero eso nunca sucedió.
La canción seguía sonando...
Cogí un libro de la estantería y me dirigí al mostrador para comprarlo.
La cajera atendía a otro cliente. Cuando acabó se volvió y me dijo:
-"¿Se lleva el libro?"
¡Esa voz...!¡Esos ojos...! Mi corazón empezó a latir con fuerza.
-"¿María?" Dije en un susurro que apenas salía de mi garganta..
-"Sí, soy María. ¿Le conozco?" Dijo ella.-"María" Dije de nuevo, no pudiendo articular palabra alguna.
María me miró y se desvaneció.
Cuando volvió en sí me abrazó y sollozando me dijo: "Tu madre me dijo que habías muerto". |