Mur de Guadalajara un lunes madrugaba
y fuese a Monferrado, en el mercado andaba;
un ratón de gran barba invitóle en su cava,
convidóle a comer ofreciéndole una haba.
Están en mesa pobre, buen gesto y buena cara,
si la comida es poca, en la amistad se ampara,
a los pobres manjares el placer los repara;
quedó muy satisfecho el de Guadalajara.
La comida ya hecha, el manjar acabado,
convidó el de la villa al mur de Monferrado
para que fuese el martes a ver aquel mercado,
y que, en correspondencia, fuera su convidado.
Le recibió en su casa y diole mucho queso,
mucho fresco tocino que no estaba salpreso,
enjundias, pan cocido, sin medida ni peso;
así, del aldeano crecía el embeleso.
Manteles de buen lino, una blanca talega
bien repleta de harina: el mur allí se pega;
muchas honras y obsequios le hacía su colega,
alegría y buen rostro con la comida llega.
Está en mesa, muy rica, mucha buena vianda,
a cual mejor es todo el manjar que allí anda,
y demás, el agrado que el ser huésped demanda:
solaz con mesa buena, a cualquier hombre ablanda.
Ya comiendo y holgando, en medio del yantar,
la puerta de la estancia comenzó a resonar;
su señora la abría, dentro quería entrar,
los ratones, de miedo, huyen al verla andar.
El de Guadalaiara va al hueco acostrumbrado;
mas el huésped corría acá y allá asustado,
sin saber en qué sitio se vería amparado,
a la pared se acoge, muy quieto y arrimado.
Cerrada ya la puerta y pasado el temor,
estaba el aldeano con fiebre y con temblor;
sosegábale el otro, dice: —"Amigo, señor,
alégrate comiendo de todo a tu sabor.
Este manjar es dulce y sabe como miel".
Contestó el aldeano: —"Veneno yace en él;
al que teme la muerte el panal sabe a hiel.
Sólo para tí es dulce; tú solo come de él.
Para quien tiene miedo no existe dulce cosa,
falta el gusto de todo con la vida azarosa;
si se teme a la muerte, ni la miel es sabrosa
toda cosa es amarga en vida peligrosa.
Prefiero roer habas, muy tranquilo y en paz,
que comer mil manjares, inquieto y sin solaz;
con miedo, lo que es dulce se convierte en agraz,
pues todo es amargura donde el miedo es voraz.
Mas, ¿por qué me detengo aquí? Casi me mato
del miedo que pasé, porque me da el olfato
que, si al estar yo solo, hubiera entrado un gato,
me atrapara, sin duda, y me diera un mal rato.
Tú tienes grandes casas, pero mucha compaña,
comes muchos manjares y eso es lo que te engaña:
mejor es mi pobreza en segura cabaña,
porque el hombre mal pisa y el gato mal araña" |