Con afán el más protervo
Revolcábase agitado
En un monte muy nevado
Cierto negrísimo Cuervo.
Una Paloma, que leve
Revolaba por allí,
Preguntóle porque así
Se restregaba en la nieve.
Él dijo: «por Belcebú,
Que voy contigo a ser franco:
Quiero teñirme de blanco,
Y ser lo mismo que tú.»
Ella repuso: «ya oí;
Pero te engañas quizás,
Pues negra la nieve liarás,
Sin blanquearte ella a tí.»
Y así en efecto ocurrió,
Pues la nieve, a su contacto,
Dejó de serlo en el acto,
Y en agua se resolvió.
Y el agua, mirada en suma
Sobre la pluma del Cuervo,
Resultó... ¡dolor acerbo!
Tan negra como su pluma.
Lo mismo, caro Lector,
Sucede siempre, en mi juicio,
Si se roza con el Vicio
De la Inocencia el candor. |