Andabas por el camino que bordea el río con el cántaro lleno a la cadera.
¿Por qué, de pronto, volviste la cabeza y me miraste a través de tu largo velo flotante?
Aquella mirada, escapada de la noche, llegó a mí como una brisa que, después de haber estremecido el agua, se pierde en las sombras de la orilla.
Aquella mirada llegó a mí como el pájaro nocturno que, rápido, entra en la estancia oscura por una ventana abierta y por otra desaparece en la noche.
Te has ocultado como una estrella tras la colina, y yo sigo en el camino.
Pero, ¿por qué te detuviste un momento y me miraste a través del velo, cuando andabas por el camino que bordea el río con el cántaro lleno a la cadera?