Quienes pueden herir y no lo hacen,
Y el acto que aparentan no ejecutan,
Quienes, pétreos, conmueven a los otros
Mas son fríos, serenos e impasibles;
Bien emplean las dádivas del cielo,
No derrochan los bienes de Natura;
Son dueños y señores de sus rostros,
Los otros, meros siervos de sus dones.
La flor es la dulzura del estío
Aunque ella viva y muera sin saberlo,
Mas apenas la flor se contamina
La maleza más vil es más airosa.
Pues se torna más rancio lo más dulce:
Nada hiede peor que el lirio enfermo.