¡Adiós! No merezco poseerte
Y conoces, por cierto, tu valía.
Tus méritos te han dejado libre
Y todos mis derechos caducaron.
¿Cómo retenerte si no accedes,
Por qué he de merecer tanta riqueza?
Carezco de argumentos y razones,
De modo que mi plazo está vencido.
Te diste a mí ignorando tus virtudes
O ignorando a quién las entregabas;
Don precioso, cedido erróneamente,
Que hoy me quitas, con juicio más sensato.
Te tuve cual quien duerme y desvaría,
En sueños rey, en la vigilia nadie.