Pues cual busca el arroyuelo,
Sollozante, sin consuelo,
Sucesivos desniveles,
Sometidas por la ley de su nivel,
Así voy como el arroyo,
De un apoyo en otro apoyo,
De declives en declives,
Sin poder y sin querer y sin saber.
Y lo mismo que las olas
No se yerguen por sí solas,
M disponen sus orientes
Con su ronco, su perpetuo resonar,
Mis arranques inauditos,
Y mis quejas, y mis gritos.
Nada explican, nada pueden,
Como el eco más insólito del mar.