Pues sabrás que Dios es bueno
Como el mismo pan moreno
Que los pobres de la tierra
Santifican con su llanto y su sudor;
Y más manso, todavía,
Que la propia luz del día
Que se vuelca y distribuye
Sin negar al más infame, su fulgor:
Y es en vano que te mofes
De sus leyes y apostrofes
Con apostrofes geniales,
Su existencia, su poder y su bondad;
Porque nada le conmueve
Y en su blanca faz de nieve
No sublevan tus injurias,
Ni una ráfaga de cólera, jamás.