Que es verdad abrumadora
Que la gran locomotora
Que conduce todo eso
De la estepa de los siglos, a través,
En las mismas estaciones,
A los mismos corazones
Fracasados o triunfantes,
Los arroja sin mirar, en el andén:
Pues el mismo pensamiento,
Y hasta el mismo sentimiento,
Pueden ser los de un lacayo
Despreciable favorito del señor...
O el espíritu sublime
Que somete, que redime
La soberbia de las almas,
Con su noble, su cristiana negación.