De tu yo, que rompe y deja,
Cual un sol que se despeja,
La prisión de unos sentidos
Que no saben ciertamente lo que ven,
Y fulgura justiciero,
Cual un rey sin consejero,
Cual un soplo todo libre
Que no tiene resistencias que vencer;
Tan lucífero, tan claro
Como él mismo, cual un faro
Cuya bomba de colores
Destrozó con su violencia, el huracán;
Tan profundo, tan vidente,
Que partiendo del presente,
Desde un polo al otro polo
Surcaría, de una vez, la eternidad.