Que tu alma, que tu día
Van preñados, todavía,
Del primer fecundo beso
Del primer fecundo labio creador;
Y aquel beso fue tan hondo,
Que ha lanzado al mismo fondo
De los siglos de los siglos
Su profunda, generosa radiación:
Pues habrás perdido el nombre,
Serás ángel, más que hombre,
Correrás en un segundo,
De una estrella en otra estrella, sin caer,
Y aquel fúlgido progreso
Será el hijo de aquel beso,
Será un punto de las ondas
Que aquel ósculo vibró, la primera vez.