Sin mirar, sin haber visto,
Que ya todo estaba listo
Sendos miles de centurias
Más atrás de tu presencia baladí;
Que tus raras invenciones
No son más que proyecciones:
Los capullos que se abren
Y los frutos que se cuajan para ti.
Peregrino que reposas,
Por la fuerza de las cosas,
Donde mismo se desatan
Las guedejas cristalinas del raudal ...
Del raudal apetitoso
Que ha venido silencioso
Por los senos de la tierra
Con las ansias inefables de brotar.